viernes, 2 de marzo de 2012

Doctor, recéteme las pastillas amarillas

Somos el país de Europa que más medicamentos consume en relación a su PIB



Doctor, recéteme las pastillas amarillas

JESÚS VILLAR Decía Voltaire que el arte que practican los médicos consiste en divertir al paciente hasta que la naturaleza lo cure. La medicina moderna hace creer a las personas que la naturaleza las golpea con nuevas enfermedades que solo pueden ser curadas por médicos. No estoy contra la medicina moderna ni contra la industria farmacéutica pero las empresas farmacéuticas y los grupos de interés médicos han convertido la enfermedad en un producto industrial y han medicalizado nuestra existencia.

Unas recientes declaraciones confusas y sin claras bases científicas sobre las "maldades" de los fármacos genéricos fabricados y distribuidos en España han desconcertado a muchos profesionales y autoridades sanitarias y han alarmado a pacientes y familiares. Atribuyéndose una representatividad científica que no tienen, estos médicos afirman que desde que se ha obligado a las farmacias a suministrar el medicamento más barato en el mercado con el mismo principio activo y a la misma dosis que el recetado por el médico, dudan que sus pacientes estén recibiendo el tratamiento adecuado. Al parecer, la razón fundamental es que sus pacientes no quieren cambiar su pastilla "amarilla" por otra sin color, porque les recuerda a la aspirina o vete tú a saber. A estos médicos habría que llevarles de excursión para que vieran que hay empresas que fabrican el mismo medicamento para diferentes compañías. Algunos de esos medicamentos son los llamados genéricos. Un medicamento genérico es fabricado con los mismos ingredientes activos y está disponible con la misma potencia y dosificación que su equivalente de marca. Un genérico puede ser elaborado una vez vencida la patente del medicamento de marca. Todos los fármacos aprobados por la autoridad sanitaria competente han de pasar los mismos controles de calidad, seguridad y eficacia. La principal ventaja de un medicamento genérico frente a uno de marca es el menor costo ya que el genérico no requiere inversión en investigación, desarrollo y promoción. Entonces, ¿de qué estamos hablando?

La industria del medicamento es el tercer sector económico detrás de la industria armamentística y el narcotráfico. Somos el país de Europa que más medicamentos consume en relación a su PIB. Por lo pronto, el precio de los medicamentos de marca se ha equiparado con los genéricos. Decir que los genéricos tienen mayores efectos secundarios es una frivolidad. Cada medicamento, sea de marca o genérico, tiene su peaje. La Agencia Europea del Medicamento calcula que cada año fallecen en Europa unas 200.000 personas por efectos adversos. En EE UU los efectos adversos son la cuarta causa de muerte, detrás del infarto de miocardio, el ictus o el cáncer, y por encima de la diabetes y las enfermedades pulmonares.

Por último, la interacción entre los médicos y la industria farmacéutica puede influir las decisiones clínicas. La industria farmacéutica invierte vastas sumas de dinero en promover sus productos y es comprensible que quieran recuperar sus inversiones en el desarrollo de productos que tardan tiempo en llegar al mercado. Si se reprocha a los médicos que sus relaciones financieras con la industria pudieran llegar a influir en su trabajo, lo rechazarían de plano. Pero esta influencia ha sido probada en muchos estudios. Un estudio liderado por Henry Stelfox de la Universidad de Toronto comprobó este fenómeno mediante el ejemplo de un polémico medicamento (un bloqueador del canal del calcio). Los investigadores analizaron 70 publicaciones sobre el tema y las dividieron en tres categorías: crítica, neutral o de apoyo. Luego solicitaron información a sus autores para averiguar si habían recibido dinero de la industria. Todos los médicos que habían escrito de forma positiva sobre el medicamento recibieron de algún modo dinero de la industria.

Nada es gratis por nada. Las estimaciones indican que la mayoría de las empresas farmacéuticas y de productos sanitarios financian actividades de investigación en hospitales públicos de España. Muchas de estas empresas pagan a médicos y a otros profesionales sanitarios como consultores o investigadores. El pago de honorarios por incluir pacientes en ensayos clínicos promovidos por la industria es una práctica aceptada en las instituciones sanitarias. Pero ¿cuál es el límite de lo éticamente aceptable? ¿Debería el paciente conocer lo que estas compañías pagan a su médico por participar libremente en un estudio? Muchos médicos de la sanidad pública, no necesariamente reconocidos como investigadores por la comunidad científica internacional, han llegado a percibir de la industria farmacéutica elevados honorarios por incluir pacientes en estos estudios. Los organismos reguladores de EE UU, Canadá, Gran Bretaña o Suecia han adoptado medidas para regular las relaciones entre médicos y la industria farmacéutica. En España, habrá que esperar algunos años antes de que estas normas y principios éticos se cumplan en la práctica. Buen día y hasta luego.

http://www.laprovincia.es/opinion/2012/02/12/doctor-receteme-pastillas-amarillas/438064.html

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