Los disruptores endocrinos son unas sustancias tóxicas, presentes en alimentos y productos cotidianos, que hacen que nuestro cuerpo acumule grasa y no músculo.
Un estudio ha alertado de que la contaminación no solo provoca enfermedades respiratorias que cada año causan 370.000 muertes en todo el mundo, sino que además propicia la obesidad.
Así lo ha determinado un trabajo del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatológica de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) tras analizar los disruptores endocrinos (EDCs), unas sustancias tóxicas que hacen que nuestro cuerpo acumule grasa y no músculo, y que están presentes en los alimentos y en multitud de productos de uso cotidiano como champús, perfumes, plásticos y cosméticos que alteran nuestro sistema endocrino.
La mayoría de estos compuestos químicos, que se acumulan en las grasas con facilidad, pertenecen al grupo de contaminantes orgánicos persistentes, unos compuestos químicos (sobre todo pesticidas e insecticidas) poco biodegradables que se mantienen durante décadas en el ambiente y se introducen en la cadena alimenticia.
Buen ejemplo de ello es el DDT, un pesticida prohibido en 1975 y que todavía hoy está presente en el 88 por ciento de la población española, explica el investigador del CIBERobn y presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, Javier Salvador.
Como consecuencia de la producción agrícola y la pesca -a través de los vertidos de aguas residuales-, la exposición de los seres vivos a los disruptores endocrinos es universal y se acumulan en la grasa humana de una generación a otra, ya que la madre los pasa al bebé en la gestación y la lactancia.
Los efectos sobre la salud humana de la exposición continua a los EDCs han sido objeto de estudio desde hace décadas, pero ahora el CIBERobn ha avanzado en esta investigación y concluye que contaminación y obesidad están relacionados.
En concreto, estos tóxicos aumentan el riesgo de dos trastornos muy relacionados con la diabetes: el síndrome metabólico y la resistencia a la insulina. Según el doctor Salvador, "la obesidad visceral promueve la liberación de ácidos grasos libres que llegan al hígado y contribuyen a generar resistencia a la insulina, lo que favorece la diabetes".
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