HIPERSENSIBILIDADES
Podría escribirse mucho sobre determinados efectos de los tóxicos ,como pueden ser los de los tóxicos sensibilizantes, que son aquellos que al inhalarlos o por contacto con la piel pueden generar reacciones de hipersensibilidad. Si nos dedicamos a leer las etiquetas de muchos productos de uso cotidiano en los hogares veremos cuantos de ellos pueden generar este tipo de reacciones. Pensemos por ejemplo, en los pesticidas domésticos. Basta leer sus etiquetas para encontrarse con advertencias tales como que pueden causar -además de otras cosas como una neumonía química, narcosis o depresión respiratoria o del Sistema Nervioso Central- hipersensibilidades.
Una vez que una persona ha quedado sensibilizada frente a uno de estos tóxicos, frecuentemente a consecuencia de una respuesta inmune, bastará muchas veces con una exposición a concentraciones muy bajas para que se produzcan respuestas alérgicas que pueden llegar a ser muy graves. Muchos casos de rinitis, asma, alveolitis, bronquitis, eczema de contacto, urticaria de contacto o blefaroconjuntivitis tienen esta explicación.
Para complicar el cuadro se puede dar también una “reactividad cruzada” a otros compuestos con estructura química similar. Es decir , que ya no solo se reaccionaría frente a la sustancia concreta que produjo la sensibilización, sino frente a otras más o menos semejantes. Y en esa tesitura ya no solo sustancias sensibilizantes, sino también simplemente irritantes pueden generar reacciones (1). En algunos casos estas personas no mejorarán en tanto sigan exponiéndose a los tóxicos que producen sus reacciones, lo que puede llevar a que, si es en el entorno laboral, tengan que coger muchas bajas o incluso a que pierdan su trabajo.
Este tipo de respuestas de hipersensibilidad son cada vez más frecuentes, como no podía ser de otro modo ante la creciente exposición a sustancias químicas que pueden generarlas en los más diversos ambientes. Y, con los matices que luego haremos, guardan un innegable vínculo con el tema del que vamos a ocuparnos a continuación.
LA SENSIBILIDAD QUÍMICA MÚLTIPLE
LOS “CANARIOS” DE LA MINA
(Sobre esta enfermedad se ha publicado recientemente un libro en España: "SQM. El riesgo tóxico diario")
Hay muchas enfermedades o problemas sanitarios que pueden originarse a consecuencia de la exposición a sustancias químicas tóxicas, pero hay una dolencia que tiene unas peculiaridades que pueden ayudarnos a comprenderla no sólo a ella, sino a todas las demás. Me refiero a la Sensibilidad Química Múltiple (SQM) (2).
Diversas enfermedades que muy frecuentemente pueden tener un origen tóxico: cánceres, asma, diabetes,… a pesar de lo cual ninguna lleva normalmente el apellido de “química”, aunque muchas veces lo mereciesen.
La Sensibilidad Química Múltiple sí lleva ese apellido. Y ello es así porque es una de esas enfermedades que emergen más claramente del “iceberg” del que hablamos en esta web, el de carga global de enfermedad que los tóxicos están generando. Una de las enfermedades cuyo origen tóxico es más claro y que puede servir ,por tanto, para que reparemos en hasta que punto lo tóxico puede producir una patología compleja, sin que tantas otras posibles causas lo puedan disfrazar.
Es una enfermedad indicadora que hace que no sólo la veamos a ella , brillando como la punta de un “iceberg”, sino que sirve para advertirnos de que bajo ella hay siempre una “masa de hielo” de enormes proporciones. La masa de las enfermedades causadas por factores semejantes a los que hacen surgir la SQM aunque no de forma tan visible a simple vista.
No se si algunos de ustedes serán o no aficionados a las setas. Pero lo que sucede con esta enfermedad en relación al panorama de todas las demás enfermedades producidas por los tóxicos es lo mismo que lo que sucede entre la seta y el resto del organismo vivo al que está unida , que es inmensamente mayor, y que permanece enterrado sin que podamos verlo. La SQM es la “seta” , la parte visible que emerge del gran hongo del que forma parte y que tiene entramados muy extensos bajo tierra.
Míles de investigaciones han ido desenterrando y dado a conocer partes de ese enorme y muy ramificado “hongo” de las enfermedades ambientales, un “hongo” tóxico que ha ido extendiéndose y reproduciéndose enormemente en las últimas décadas sin que muchos supieran verlo.
En la enfermedad que abordamos ahora por el contrario, para llegar a conocer su origen tóxico, no ha habido que escarbar demasiado, porque es evidente. Evidente incluso para buena parte de los afectados, a diferencia de los de otras enfermedades causadas por tóxicos y donde lo más corrriente es que el afectado desconozca la causa de haberlas contraído.
Normalmente vivimos rodeados de tóxicos, los respiramos, los ingerimos,… sin notar nada extraño, aunque nos estén haciendo enfermar. Una persona puede tener un cáncer de mama , una endometriosis, una diabetes,… derivados de la exposición a unos tóxicos determinados, pero puede seguirse exponiendo a esos tóxicos sin notar nada extraño. Muy frecuentemente los efectos pueden tardar incluso años en manifestarse, dificultando la asociación con una exposición química concreta. Pero esto no sucede así con los afectados por la Sensibilidad Química Múltiple, los cuales reaccionan de forma inmediata a la exposición ,incluso a niveles muy bajos de un contaminante. Basta una moderada concentración de moléculas en el aire, normalmente por debajo de los niveles “legales” de contaminantes de los que hablamos en otro apartado de esta web (sobre los que hay hay mucho que comentar), para hacer estallar los síntomas.
Las personas con Sensibilidad Química Múltiple son como“detectores vivientes” de esos niveles supuestamente “bajos” y que, en realidad, hacen enfermar a tanta otra gente. Si metiésemos uno de estos afectados en nuestras casas, donde nosotros creemos estar viviendo seguros, estos afectados recibirían un impacto brutal procedente del formaldehído que hay en su interior emanado desde las maderas conglomeradas o los productos de limpieza. Y es probable que padeciesen inmediatamente por cosas como el bisfenol A de los plásticos o los ftalatos y otras sustancias de los perfumes, los restos de insecticida, el benceno o el tolueno del ambientador,…
Todas esas sustancias tóxicas que están ahí, afectándonos sin que lo sepamos, golpearán tremendamente a estas personas que tienen una capacidad de detectarlas centenares de veces más aguzada que la nuestra. Y sufrirán síntomas por ello.
Viendo la soberbia invasión de tóxicos que hay en nuestro mundo moderno, resulta fácil hacerse una idea de hasta que punto es difícil para estas personas poder hacer una vida normal. Ni la mejor mascarilla les permite encontrarse bien en muchos lugares.
Hasta hace muy poco era muy escaso el número de personas que había oído hablar de esta enfermedad en España, sólo algunos médicos que atienden a estos afectados y ,por supuesto, una parte de quienes la padecen, y deceimos una parte, porque acaso sea mayor aún el número de los que ,padeciéndola, ni quiera saben lo que les está sucediendo.
La primera noticia que tuvieron muchos españoles de esta enfermedad fue hace poco, cuando las televisiones se hicieron eco de lo que le sucedía a una joven de Valencia llamada Elvira Roda. Su caso saltó a los medios de comunicación cuando se supo que esta afectada de Sensibilidad Química Múltiple no tenía medios para retornar a España desde Dallas, en los Estados Unidos, donde había acudido para recibir tratamiento en una de las pocas clínicas especializadas en este tipo de enfermedades. No era sólo que no dispusiera de medios económicos, que por cierto también los tenía muy mermados, es que si se montaba en un avión normal era probable que la mejoría que pudiera haber tenido tras meses de tratamiento se perdiese en el avión de vuelta tan sólo por respirar los ambientadores, perfumes, cosméticos, pesticidas,… y demás cosas que pueden respirarse en el interior de cualquier avión convencional. Para Elvira, a la que la prensa bautizó como “la chica de la burbuja” cualquiera de las sustancias químicas tóxicas que la mayor parte de la población respira sin apenas alterarse (al menos aparentemente) podían originar una grave explosión de síntomas. No valía pues cualquier avión. La gente que leía o escuchaba estos detalles se quedaba perpleja. ¿Será posible que alguien no pueda ni oler un perfume , un ambientador o un producto de la limpieza, por ejemplo?.
Una buena parte de la población no sólo desconocía esta enfermedad sino incluso el hecho de que pueda haber algo malo en ése tipo de productos. Y, por supuesto, al saber sobre lo que le sucedía a Elvira, pensaron probablemente que esas cosas sólo afectaban a unas pocas personas aquejadas por alguna enfermedad aparentemente “rara” como ésta. Muy lejos está del pensamiento de muchos el que esos mismos productos de uso cotidiano, como podemos ver perfectamente en las más diversas entradas de esta web, y aunque no nos demos cuenta, portan sustancias que tienen que ver con muchos de los casos de las enfermedades comunes que padecemos (cáncer, asma, problemas reproductivos,…). La gente veía la “seta” pero no el “hongo”. No se daban cuenta de que ellos mismos podían formar parte del mismo “hongo” que Elvira. El “hongo” enfermo por los niveles “bajos” de tóxicos a los que todos estamos expuestos cotidianamente, esos tóxicos que todos tenemos en nuestros cuerpos, esos tóxicos que todos comemos, bebemos o respiramos. La única diferencia es que la mayoría no lo notamos, aunque muchas veces enfermemos por ello, pero Elvira sí.
Afortunadamente para Elvira un conocido constructor se ofreció a cederle un avión privado acondicionándolo para ella con un concienzudo proceso de descontaminación química del interior del aparato y pudo volver a España. Meses antes lo había hecho por sus medios otra afectada española, que había estado también recibiendo tratamiento en Dallas con Elvira: la doctora Pilar Muñoz Calero, presidenta de la Fundación Alborada (3) que ha organizado hasta hoy dos congresos de Medicina Ambiental a los que ha traído a algunos de los principales expertos internacionales en la enfermedad.
Otras afectadas que se han hecho relativamente conocidas son , por ejemplo, Eva Caballé, de Barcelona, o Maria José Moya, de Madrid, esta última responsable del blog de referencia sobre SQM "Mi estrella de mar", que suministra abundante y variada inforrmación acerca de la enfermedad.
La historia personal de muchas de estas afectadas y afectados (ya que también hay hombres, aunque sean minoría) es todo un calvario de incomprensión por parte de la sociedad, incluidos los propios familiares, los vecinos e incluso muchos médicos escasamente formados en estas cuestiones. Mucha gente no comprende que alguien se ponga a morir simplemente por oler un producto de la limpieza o una colonia. Y no falta quien , sin tener los suficientes conocimientos, achaque todo a factores psicológicos. O creen que el problema está en la persona que es hipersensible y no en el medio cada vez más tóxico en el que vivimos. Cuando es probable que más que una singular hipersensibilidad de algunas personas lo que haya es una super-exposición. Una sobre-exposición que es posible, en alguna medida, por que buena parte de la población parece “insensible” a los tóxicos que les están haciendo enfermar.
Hemos recabado historias personales de afectados por esta enfermedad. Y hay un poco de todo. Personas que trabajaban de fumigadores y que acabaron desarrollando la enfermedad a causa de una fuerte exposición a insecticidas . Otras que eran médicos que habían desarrollado su enfermedad por la fuerte carga química de algunos centros hospitalarios. Otros a los que la enfermedad se les había iniciado por fuertes exposiciones a disolventes o productos de limpieza, e incluso por estar expuestas a un vertido tóxico. Otras a las que la enfermedad se la provocó una larga y constante exposición a niveles bajos de los más diversos productos.
Entre las sustancias involucradas en el inicio o el agravamiento de la dolencia la literatura científica cita una larga serie de ellas:plaguicidas , disolventes orgánicos, conservantes de la madera, pinturas y lacas para acabados , productos de perfumería y ambientadores, champú, barnices de uñas y quitaesmaltes, colonias, lociones de afeitado, cosméticos varios,... y en fin, las más diversas sustancias presentes (xileno, cloruro de metileno, destilados del petróleo, éteres de glicoles, tricloroetano ,formaldehído, freón, etanol, ácido nítrico, ácido clorhídrico, toluendiisocianato,…). Pueden darles problemas los más diversos elementos que contienen sustancias conflictivas ( desde rotuladores a tejidos o muebles nuevos, pasando por las tintas de periódicos y revistas, los barnices, las colas y pegamentos, algunos plásticos, resinas epoxi, etc)(4).
Se han realizado estudios muy interesantes que muestran , descartando cualquier posible origen psicológico, que la exposición a una serie de compuestos, en niveles muy bajos, aún sin olor alguno que pudiera ser identificado por los afectados, dispara los síntomas.
La Sensibilidad Química Múltiple tiene dos fases, la primera es la llamada iniciación , que es cuando la hipersensibilidad comienza a manifestarse y que puede ser a consecuencia de una exposición aguda a un producto tóxico concreto, sobre todo pesticidas o disolventes (pero también caben otras posibilidades, como los productos de limpieza, o bien como consecuencia e una exposición a lo largo de más tiempo ,incluso a bajos niveles, a una o más sustancias, o una combinación de ambas posibilidades)(5). Así es como se inicia un proceso que, por una serie de causas físicas genera una hipersensibilidad que hace que se vaya pasando a otra fase, que suele llamarse la del disparador o desencadenante , en la que los síntomas pueden ser disparados por una exposición a unos niveles muy bajos de una amplia gama de sustancias (normalmente muchas más sustancias de las que actuaron como iniciadoras, ni siquiera necesariamente relacionadas entre sí).
En cuanto a los mecanismos físicos orgánicos que estarían detrás de esta pérdida de tolerancia a la exposición a las sustancias químicas tóxicas una parte importante de los científicos que han estudiado este tema piensan que lo que se produce es unasensibilización del sistema límbico, muy accesible desde los nervios olfatorios, que exacerba las reacciones ante la presencia de determinadas sustancias, por baja que sea su concentración (6) generándose una pérdida de tolerancia ante esos estímulos exteriores (7). El sistema límbico , ubicado en regiones muy profundas del cerebro, y en el que se integran elementos tan importantes como el hipotálamo, tiene que ver con el control de cosas clave como la temperatura, presión arterial, estimulación gastrointestinal, contracción uterina, la osmolalidad de los líquidos corporales, las emociones, la conducta, impulsos subconscientes ligados al movimiento y a la sensibilidad, las sensaciones agradables o desagradables, dolorosas o placenteras, los ciclos de sueño y vigilia, … y ,en fin, a muchas otras cuestiones fundamentales. La afectación de éste sistema clave explicaría muchos de los síntomas que los afectados padecen y que afectan a muy diversos órganos.
Se han realizado investigaciones muy interesantes sobre la enfermedad, sobre el nivel de implicación que tienen o no otros sistemas del organismo, como el sistema inmunológico, por ejemplo, aunque por cuestión de espacio no podemos extendernos en ello. Citemos tan sólo las del doctor Martín L. Pall, de la Washington State University, que ha analizado la posible relación de la exposición a sustancias químicas tóxicas -formaldehído, benceno, pesticidas,…- con un incremento de los niveles cerebrales de óxido nítrico en los pacientes con Sensibilidad Química Múltiple , algo que también podría estar en la base de otras enfermedades como el Síndrome de Fatiga Crónica , la Fibromialgia, enfermedades autoinmunes (como la esclerosis múltiple), el asma, las alergias, etc…(8). Sus hallazgos podrían mostrar vías muy interesantes para la comprensión de muchas enfermedades con mayor o menor relación con los tóxicos.
Los síntomas que manifiestan los afectados , sobre todo afectadas, ya que en más de un 80% esta enfermedad afecta a mujeres, son muy diversos y afectan a sistemas tales como el sistema nervioso central, músculo-esquelético, piel, mucosas, ojos, cardiovascular, respiratorio, gastrointestinal o genitourinario. Un afectado de SQM, a consecuencia de la exposición a las sustancias químicas tóxicas, puede experimentar dificultades respiratorias, tos, ronquera, otitis, rinitis, afonía, dolores de cabeza, fatiga irritabilidad, pérdidas de memoria y concentración, insomnio, cambios de humor, mareos, alteraciones del ciclo menstrual, debilidad, náuseas, irritación de las mucosas, taquicardia, dolores en el pecho, palpitaciones, ansiedad, depresión dolores musculares, faltas de coordinación, dolores en las articulaciones, espasmos en el esófago, diarreas, estreñimiento, problemas de apetito, prurito, hinchazón facial, dolor de ojos, problemas gastrointestinales, dolores musculares y articulares, trastornos menstruales, vaginitis, impotencia, .. pudiendo tener un gran impacto sobre la calidad de vida. Por si fuese poco , la SQM no suele venir sola, sino que suele solaparse muy frecuentemente con otras enfermedades, como en Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) ,la Fibromialgia (FM) , el asma o las alergias
Investigaciones realizadas en los Estados Unidos mostraron que en torno a un 11% de los americanos manifestaban tener cierta hiper-sensibilidad a productos químicos como pesticidas, pinturas o perfumes, entre otros. Pero obviamente, buena parte de estas personas, no son enfermos de Sensibilidad Química Múltiple sino que simplemente manifiestan tener ciertos niveles de hipersensibilidad hacia algunas sustancias. El porcentaje de los que habían sido diagnosticados con SQM era del 2, 5% (9). En Canadá los datos oscilan entre el 2, 4% y el 3% (10). En Alemania habría tenido un diagnóstico de SQM un 0,5% de su población (sobre un 9% de personas que tendrían una especial sensibilidad hacia algunos productos químicos)(11). Hay otros estudios en diversos países que muestran diversos procentajes.
En España no se han llevado a cabo estudios , por lo que especialistas como Joaquim Fernández-Solá y Santiago Nogué, del Hospital Clinic de la Universidad de Barcelona, han de conformarse con realizar estimaciones partiendo de los datos obtenidos en otros países (12), siempre procurando ser cautelosos con las cifras. Hay que entender, por ejemplo, que según los países, existe más o menos conciencia acerca del riesgo del manejo de sustancias químicas, y que debe extremarse el cuidado a la hora de determinar que tipo de hipersensibilidad puede ser catalogado realmente como SQM. Los porcentajes así obtenidos estarían en torno a un 0, 5% o un 0, 75% de la población , que en cualquier caso serían más de 200.000 o 300.000 personas en España(13). Otros expertos como el doctor Pablo Arnold, prefieren ser aún más moderados y estimar en torno a 100.000 o 150.000 personas el número de personas que podrían tener una SQM de cierta gravedad . Estaríamos hablando de un 0,2% o un 0,3% de la población (14). Pero incluso en los escenarios más bajos, como vemos, estaríamos hablando siempre de decenas de miles de personas afectadas. Y además no conviene olvidar que los expertos están detectando un aumento del número de casos, por lo que la incidencia crece de día en día.
No olvidemos que el fenómeno de la hipersensibilidad está bastante extendido, por lo que obviamente, si una serie de condiciones de exposición a sustancias químicas siguen progresando no es fácil comprender que también crecerá el de las personas con SQM.
Una dificultad que tienen que afrontar las personas afectadas por estas enfermedades “nuevas” o emergentes es que siempre hay un desfase temporal que hace que se tarde a veces demasiado en que lo que saben los investigadores llegue a ser tenido en cuenta en la práctica médica generalizada. Y eso influye en que , a pesar de los muchos y muy claros síntomas y evidencias físicas que manifiestan(15), no sepan ser diagnosticados muchas veces. Estos pacientes exhiben una serie larga de desarreglos que van desdemastocitosis a problemas en el metabolismo de las porfirinas, pasando por alteraciones en el tiroides, las adrenales o elcorazón, enfermedad reactiva de las vías respiratorias superiores, problemas en los procesos de desintoxicación, niveles anormales de algunos enzimas, minerales y vitamínicas, vasculitis, tromboflebitis, problemas gastrointestinales, desórdenes autoinmunes, neuropatía periférica, reducción del flujo sanguíneo en SPECT,… y otros muchos , entre los que cabe citar incluso la alteración de una serie de genes(16). Sin embargo todas esas y otras señales no saben ser interpretadas por muchos doctores.
Alemania fue el primer país en reconocer oficialmente esta enfermedad (17) como posteriormente harían tambiénAustria y Japón. Aunque ,sin duda, es en Estados Unidos y Canadá donde más se ha investigado y publicado acerca de ella. En España, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, la recoge en sus Notas Técnicas de Prevención(18) y diversas instituciones médicas –tales como el Universitario de Bellvitge, Hospital Clinic o el Vall d´Hebrón, entre otras, atienden enfermos por estas dolencias (19). No obstante, se está a gran distancia de lo que se ve en otros países, como Estados Unidos , donde se han ocupado de ella numerosas instancias políticas, científicas, jurídicas y sociales (20).
Los afectados de SQM están pasando en España por un calvario semejante al que durante mucho tiempo pasaron , y en buena medida siguen pasando, los afectados por el Síndrome de Fatiga Crónica y la Fibromialgia (aún ya bastantes años después de ser plenamente reconocidas estas enfermedades por la OMS). Aunque para ser exactos, con mucha frecuencia, no podemos separar los calvarios que se padecen por los afectados de estas tres enfermedades, ya que suelen solaparse en porcentajes notables. Es decir, que no es infrecuente que ,como ya se ha dicho, quien tiene SQM no tenga a la vez, por ejemplo, un SFC (enfermedad que, por cierto, muchas veces puede tener en su origen una exposición a sustancias tóxicas como los pesticidas).
Una de las cosas que más interesantes me parecen acerca de esta enfermedad es lo que tiene que ver con su tratamiento. Y es que es una de las pocas enfermedades donde no se puede permitir esa ficticia separación que tantas veces , y con tan funestos efectos, se establece al separar el tratamiento de la prevención. En la Sensibilidad Química Múltiple , ambos , tratamiento y prevención, son una y la misma cosa. De hecho la terapia más efectiva no es otra que la simple evitación de la exposición a los productos químicos tóxicos.
Lo que se ha constatado en los Estados Unidos al investigar qué tratamientos estaban aportando más mejoría a estos pacientes (21) es que en un 95% de los casos lo que más ayudaba era crear espacios libres de químicos y evitar las sustancias implicadas y los fármacos eran incluidos entre las peores opciones que no sólo no mejoraban a los enfermos sino que con frecuencia empeoraban su estado. Aquí ,pues, a diferencia de otras enfermedades, no valen fármacos que permitan olvidarse de las causas mientras todo se centra en tratar los síntomas.
Esta es ,precisamente, una de las cosas más importantes que nos hace ver esta enfermedad: la relevancia de la prevención y de la evitación de los tóxicos . Porque lo que decimos sobre la SQM es aplicable, en realidad, a todos los demás problemas de salud de los que hemos hablado en esta obra.
Resulta realmente esclarecedor comprobar los consejos que los médicos –como en España algunos profesionales del Hospital Clinic de Barcelona, por ejemplo- dan a este tipo de pacientes: que si es posible no vivan junto a vías de comunicación con mucho tráfico, ni cerca de gasolineras o industrias químicas, petroquímicas , metalúrgicas o de cualquier otra fuente de emisión de gases tóxicos, que si es posible vivan en el campo, pero evitando, claro está, exponerse a pesticidas, y que, entre otras cosas –como no vivir junto a líneas de alta tensión o antenas de telefonía móvil- eviten la existencia en el interior de sus casas de toda una serie de elementos problemáticos como ciertos productos de limpieza, disolventes, colas, pegamentos, ambientadores, moquetas, barnices, plásticos de PVC, colchones de goma ,poliuretano o estireno,… ) y que , si es posible , intenten que en su lugar de trabajo se adopten ciertas medidas en relación a ciertos elementos que, como las fotocopiadoras, por ejemplo, pueden liberar sustancias conflictivas (22). Igualmente es clave la ingestión de una dieta sin tóxicos que lleva a que estos afectados sólo deban alimentarse con productos ecológicos. Es evidente que si esas directrices las siguieran no sólo los afectados con Sensibilidad Química Múltiple, sino de forma más extensa, todos los habitantes del mundo occidental, es probable que la incidencia de una serie de enfermedades y problemas de salud que hoy están creciendo alarmantemente fuera hoy muy diferente de la que es.
Es por todo ello que creo que debemos prestar una especial atención a los que sufren estas enfermedades, haciendo que, a diferencia de lo que hoy sucede en muchos casos, se les atienda debidamente y se habiliten para ellos espacios donde puedan desenvolverse libremente. Porque, eliminando esasbarreras químicas que hoy hacen imposible a estas personas vivir y trabajar con normalidad, barreras que para ellos son tan sólidas como pueda serlo un bordillo para alguien con una silla de ruedas, estaremos al mismo tiempo procurando la salud de otras muchas personas que acaso no desarrollen esas hipersensibilidades, pero sí que tienen una alta probabilidad de desarrollar otros problemas de salud diversos ,desde el cáncer al asma, pasando por otros muchos. En algunas ciudades del Canadá lo han comprendido y se crean espacios sin sustancias químicas conflictivas en escuelas, hospitales, etc. No olvidemos tampoco que una sociedad sana y justa no puede ignorar nunca a las personas que, por las razones que sea, son más sensibles a algo, centrándose sólo en los que aparentemente son más “fuertes”. Aunque, como reconocian las autoridades de la UE por ejemplo al hablar de los niños, demasiadas veces hayamos caído ya en estos errores.
En el interior de muchas minas se tenía siempre una jaula con un canario. El motivo era que en caso de haber una acumulación de gas que pudiera comprometer la vida de los mineros el pájaro, que era más sensible, solía morir antes. Se llamaba a estas aves“centinelas de la vida”. Los afectados de SQM , como a otro nivel puedan serlo las criaturas que se gestan dentro de las mujeres embarazadas, son como los canarios de la “mina” que es nuestra sociedad. Nos dan una voz de alarma que sería temerario desoír.
Cuando vemos que una sustancia a la que nosotros estamos expuestos cotidianamente y cuyo olor incluso nos resulta agradable, produce sin embargo una reacción a una de estas personas, deberíamos reflexionar antes de pensar que es ésa persona la que tiene algo raro , que es ella la que tiene el problema y que nosotros somos “normales” porque a nosotros , según creemos, “no nos afecta”. Antes de emitir tal juicio deberíamos investigar en profundidad si es verdad que “no nos afecta”, pensando que tal sustancia no tiene nada nocivo. Porque hay demasiados lobos con piel de oveja incluso con piel de oveja perfumada. Demasiados venenos con un olor o sabor agradable. O incluso que ni podemos oler ni saborear pero que llegan a nuestros cuerpos en niveles prácticamente indetectables. Esos niveles que como muestran tantas investigaciones, son precisamente los que los científicos nos dicen que más estragos están causando en la salud de la población. Porque una parte del problema es precisamente que tales exposiciones a tóxicos se producen inadvertidamente y de forma más constante, sin que en nuestros cuerpos se encienda una alarma que nos haga ponernos a salvo, mientras los tóxicos se acumulan y acumulan. ¿Son los afectados de SQM esa alarma que debiéramos atender?.
NOTAS
1 Sensibilizantes. ECOinformas. www.istas.net
2 A los que estén interesados en conocer más en profundidad esta enfermedad les remito a mi libro monográfico sobre la SQM, editado por la Fundación Alborada.
3 http:://fundacion-alborada.org
4 Ver, por ejemplo www.multiplechemicalsensitivity.org
5 Miller C, Ashford N, Doty R,et al. Empirical approaches for the investigation of toxicant – induced loss of tolerance. Environ Health Perspect 1997; 105 (suppl 2): 515-9.
6 Anetz BB. Model development and research vision for the future of multiple chemical sensitivity. Scand J Environ Heath 25: 569-73. 1999.
7 Miller CS. Toxicant induced loss of tolerance-an emerging theory of disease? Environ Health Perspect 105: 445-53. 1997
8 Pall ML. Elevated nitric oxide-peroxynitrite theory of multiple chemical sensitivity: central role of N-methyl- D-aspartate receptors in the sensitivity mechanisms. Environmental Health Perspectives 11. Nº 12(sept 2003): 1461-1464
9 Caress S and Steinemann AC (2004) A National Population Study of the prevalence of Multiple Chemical Sensitivity. Archives of Environmental Health 59 (6)
10 Sears M. the Medical Perspective on Environmental sensitivities. (2007). Environmental Sensitivities. Medical Issues. Sears 2007 // Park J and Knudson S. Medically unexplained physical symptoms. Statistics Canada. 12-1-2007 // Statistics Canada, Health Statistics Division, Canadian Institute for Health Information. Health Reports. Supplement to volume 16. 2006 // Statistics Canada. Findings from the 2005 National Survey of the Work and Health of Nurses. 11-12-2006
11 Hausteiner C, Bornschein S, Hansen J, Zilker T, Förstl H. Self reported chemical sensitivity in Germany: A population based survey. International Journal of Hygiene and Environmental Health. Vol 208. Issue 4. 20 july 2005. 271-278.
12 Fernández-Solá, J y Nogué, S. Sensibilidad química y ambiental múltiple. JANO 14-20 septiembre 2007. Nº 1.662. Pgs. 27-30.
13 Cifras más o menos concordantes con las sugerida en una reciente obra divulgativa publicada por otro especialista: Fibromialgia, la verdad desnuda. Víctor Claudín y Ferrán Garcia Fructuoso. La Esfera de los Libros, 2008. Página 19.
14 De un 12 o 13% de población que en distintos países países reporta reacciones singulares ante algunos productos, un 2 o 3% de ellos tendrían SQM (Arnold, P. com. Pers.).
15 Ver, por ejemplo, Donnay AH. 1999. On the recognition of multiple chemical sensitivity in medical literature and goverrment policy. Int Journ of Toxicology 18: 383-393. 1999.
16 McKeown-Eyssen G et al. Case-control studies of genotypes in multiple chemical sensitivity: CYP2D, NAT1, NAT2, PON1, PON2 and MTHR. International Journal of Epidemiology 2004: 33, 1-8.
17 International Classification of Diseases and Related Health Problems (OMS) ICD-10-SGB-V. Deutschen Institut für Medizinische Dokumentation und Information, Internationale Statistiche Klassification der Krankheiten und verwandter Gesundheitprobleme, 10 Revision, 2000. www.dimdi.de La clasificación concreta es como Múltiple Chemical Sensitivity Syndrom (MCS) ICD10-Code: T78.4, según puede verse, por ejemplo, en el Portal für Medizin und Gesundheit (Med-Kolleg) www.med-kolleg.de/icd/M/18239.htm
18 Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo. NTP 557/2000. También se alude a ella en la NTP 595: Plagicidas: riesgos en las aplicaciones en interior de locales. Reconociéndola como una de las enfermedades que pueden derivarse de la exposición a tales compuestos.
19 Fundamentalmente se trata de la labor de algunos médicos concretos que conocen estas patologías, en estos u otros centros médicos o consultas: Nogué, Fernández-Solá, Munné, Alegre, Arnold, Valls, Márquez, García Quintana, Campdelacreu,…
20 Donnay AH. On the recognition of Multiple Chemical sensitivity in medical literature and government policy. Int. Journ of Toxicol. 18: 383-392. 1999.
21 Gibson P R, Elms A N-M , Ruding L. A. Perceived treatment efficacy for conventional and alternative therapies reported by persons with multiple chemical sensitivity. Environmental Health Perspectives. Volume 11, Number 12, September 2003. Concordando con estudios anteriores, Leroy et al. 1996, Johnson 1996, 1997a , 1997b, 1998 o Gibson 2000
22 También ,entre otras cosas, advertían sobre algunos fármacos y señalaban medidas de higiene física y mental y de tratamiento endocrinológico. Tratamiento general de personas con Sensibilidad Química Múltiple. Hospital Clínic. Noviembre 2006