Evitar protectores solares y potenciar otras formas de protección, según un estudio publicado en la revista médica Pediatrics (julio 2011)
Hace unos días, la conocida periodista Samanta Villar se acordaba de nuevo de nosotros, los afectados de sensibilidad química múltiple (SQM). El motivo: la lectura que había hecho en un periódico de un artículo de Josep Corbella basado en un estudio que había publicado la revista médica Pediatrics ("New insights about infant and toddler skin: implications for sun protection"), que había revelado el problema de los protectores solares (yo añadiría que de los "convencionales", o sea, los no-ecológicos 100%), en bebés y en niños. Una realidad que otras investigaciones recogen desde hace tiempo, pero para toda población, y que sería motivo de otro debate al de esta entrada (como lo sería la implicación del problema de la capa de ozono en la presencia actual, por recomendación dermatológica, de las cremas protectoras del sol para salir a la calle). El artículo que nos manda Samanta, además del estudio en que se basa, aporta la opinión de varios especialistas médicos en la materia. Merece la pena leerlo.
Samanta y su equipo conocieron la realidad de la SQM, a raíz delreportaje "Gente burbuja" que Cuatro TV y Tele7 emitieron en junio y en el participé como testimonio y autora de Mi Estrella de Mar, junto con otros compañeros. El éxito de audiencia sirvió para que mucha gente conociera la SQM y se interesara por entender nuestra realidad sin "reconocimiento oficial" y nuestro día a día, y además alguno pusiera nombre a lo que le había aquejado desde hace tiempo.
Los artículos basados en estudios como el que Samanta nos ha pasado; los reportajes de investigación como Homo Toxicus de TVE2 (por poner un ejemplo entre otros); y las llamadas de atención de diferentes organizaciones (a veces incluso humorísticas, como la campaña de Greenpeace de hace unos años, sobre la pérdida de capacidad reproductiva masculina), todo ello relaciona de continuo distintos problemas de salud, con el cóctel de químicos sintéticos cotidianos -sin control y comercializados a precio "irresistible"-, en que vivimos inmersos. Todo apunta claramente a que "algo pasa", independientemente de que el grueso de la ciencia oficial -aún los numerosos estudios que lo corroboran-, o siga sin querer comprometerse en su mayoría de forma clara, en la denuncia de la situación de enfermedad, o agravamiento de patologías, que esto esta conllevando; o aún la evidencia, no siempre resuelva las conclusiones finales de sus estudios con la contundencia que merecen, caso, en mi opinión, de las tibias y esquivas aportadas por la interesante investigación médica que nos ocupa.
En cualquier caso, la manifestación más evidente de relación causa-efecto de ese "algo que pasa", es la existencia de un colectivo de personas con algo llamado sensibilidad química múltiple. Pero el mundo incontroladamente químico en el que vivimos,como ha expuesto en numerosas ocasiones el investigador Miquel Porta, está pasando factura ya en forma de otras muchas otras enfermedades, trastornos, signos y agravamientos de otras, que aún la dificultad para la investigación y el ejercicio profesional independiente a intereses y presiones político-económicosdenunciados por profesionales como el Dr. Fernández-Solà, no pueden obviarse ya: diabetes de tipo 2 (1 - 2), trastorno infantil por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), alergias, asma, ciertos tipos de cáncer como el de mama, Alzheimer, trastornos respiratorios, gastro-intestinales, problemas dérmicos... (y todo ello sin sumar a los problemas químicos, los producidos por los campos electromagnéticos. el más evidente de ellos, laelectrohipersensibilidad).
El artículo que me envió Samanta, es el que sigue:
Samanta y su equipo conocieron la realidad de la SQM, a raíz delreportaje "Gente burbuja" que Cuatro TV y Tele7 emitieron en junio y en el participé como testimonio y autora de Mi Estrella de Mar, junto con otros compañeros. El éxito de audiencia sirvió para que mucha gente conociera la SQM y se interesara por entender nuestra realidad sin "reconocimiento oficial" y nuestro día a día, y además alguno pusiera nombre a lo que le había aquejado desde hace tiempo.
Los artículos basados en estudios como el que Samanta nos ha pasado; los reportajes de investigación como Homo Toxicus de TVE2 (por poner un ejemplo entre otros); y las llamadas de atención de diferentes organizaciones (a veces incluso humorísticas, como la campaña de Greenpeace de hace unos años, sobre la pérdida de capacidad reproductiva masculina), todo ello relaciona de continuo distintos problemas de salud, con el cóctel de químicos sintéticos cotidianos -sin control y comercializados a precio "irresistible"-, en que vivimos inmersos. Todo apunta claramente a que "algo pasa", independientemente de que el grueso de la ciencia oficial -aún los numerosos estudios que lo corroboran-, o siga sin querer comprometerse en su mayoría de forma clara, en la denuncia de la situación de enfermedad, o agravamiento de patologías, que esto esta conllevando; o aún la evidencia, no siempre resuelva las conclusiones finales de sus estudios con la contundencia que merecen, caso, en mi opinión, de las tibias y esquivas aportadas por la interesante investigación médica que nos ocupa.
En cualquier caso, la manifestación más evidente de relación causa-efecto de ese "algo que pasa", es la existencia de un colectivo de personas con algo llamado sensibilidad química múltiple. Pero el mundo incontroladamente químico en el que vivimos,como ha expuesto en numerosas ocasiones el investigador Miquel Porta, está pasando factura ya en forma de otras muchas otras enfermedades, trastornos, signos y agravamientos de otras, que aún la dificultad para la investigación y el ejercicio profesional independiente a intereses y presiones político-económicosdenunciados por profesionales como el Dr. Fernández-Solà, no pueden obviarse ya: diabetes de tipo 2 (1 - 2), trastorno infantil por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), alergias, asma, ciertos tipos de cáncer como el de mama, Alzheimer, trastornos respiratorios, gastro-intestinales, problemas dérmicos... (y todo ello sin sumar a los problemas químicos, los producidos por los campos electromagnéticos. el más evidente de ellos, laelectrohipersensibilidad).
El artículo que me envió Samanta, es el que sigue:
ESTUDIOS SOBRE EL CUTIS DE LOS NIÑOS OBLIGAN A ACTUALIZAR LAS NORMAS DE PROTECCIÓN SOLAR
Cremas solares: No deben aplicarse antes de los 6 meses y hay que limitar su uso hasta los 2 años | Piel permeable: Algunos componentes de las cremas pueden pasar la piel del bebé y entrar en la sangre | Un cutis frágil: La piel de un niño pequeño es inmadura, delgada, permeable y vulnerable | Muchos padres vigilan que los niños se pongan crema pero olvidan otras medidas.
Salud | 12/08/2011
Josep Corbella. Barcelona
La piel de los niños pequeños no acaba de madurar como barrera protectora por lo menos hasta el tercer año de vida, según advierte un informe presentado en julio en la revista médica Pediatrics. Por ello, es menos impermeable y más vulnerable que la piel de los niños mayores o de los adultos.
Además, la piel tiene una importante función inmunitaria para luchar contra las infecciones y para eliminar las células precancerosas. Pero en niños pequeños la inmunidad de la piel aún no está bien desarrollada. Y en niños mayores la radiación ultravioleta del sol suprime esta acción inmunitaria, por lo que aumenta el riesgo de que las células precancerosas evolucionen años más tarde hacia un cáncer.
El informe, titulado "Nueva visión de la piel de los lactantes y niños pequeños: implicaciones para la protección solar" y firmado por dermatólogos de EE.UU., Reino Unido, Francia y Singapur, recuerda que la exposición al sol es necesaria para que el organismo produzca suficiente vitamina D para asegurar un crecimiento saludable. Pero alerta sobre el exceso de radiación solar en los primeros años de vida. Y enfatiza que hay que extremar las medidas de protección solar en los niños pequeños.
Las medidas más apropiadas en niños pequeños son llevar ropa incluso en la playa para proteger la piel de los rayos solares, utilizar gorro y evitar el sol a mediodía. En cambio, los autores del informe recomiendan evitar las cremas protectoras en menores de seis meses y limitarlas a casos en que no sea posible evitar la exposición directa y continuada al sol hasta los dos años.
"La piel de los niños menores de dos años, y sobre todo de los menores de un año, es muy distinta a la de una persona adulta", explica Susana Puig, dermatóloga especialista en melanoma del hospital Clínic. Al ser más permeable, "tiene más capacidad de absorber algunas moléculas de las cremas solares".
Por este motivo, se desaconseja el uso excesivo de cremas solares durante la primera infancia (especialmente si contienen oxibenzona, un fotoprotector químico con posibles efectos estrogénicos que en principio no debe encontrarse en las cremas infantiles).
La mayor permeabilidad de la piel durante la primera infancia explica también que los niños pequeños se deshidraten más fácilmente que los de más edad, un fenómeno que se ha demostrado en niños de hasta cuatro años. Por este motivo, se recomienda darles de beber y refrescarles con frecuencia cuando aprieta el calor, explica la doctora Susana Puig.
Una diferencia importante entre la piel de un lactante y la de un adulto es su grosor. La capa más externa de la epidermis, el estrato córneo, que es la primera barrera protectora frente a la radiación ultravioleta del sol y otras agresiones ambientales, es un 30% más delgada en los lactantes, advierte el informe de Pediatrics.
Una segunda diferencia importante es su composición. Si en los adultos la piel contiene aproximadamente la misma cantidad de proteínas que de grasas, en los lactantes contiene cuatro veces más proteínas. Y los niños pequeños tienen menos melanina protectoraque los mayores.
El informe de Pediatrics denuncia que la gran mayoría de los estudios sobre los efectos de la radiación solar en la piel se han centrado en adultos y reclama que próximos estudios investiguen mejor los efectos específicos del sol en la piel infantil.
Por ahora se ha demostrado que las alteraciones genéticas que el exceso de sol causa en la piel son distintas según la edad en que más se ha tomado el sol. Así, los melanomas derivados de un exceso de radiación en la etapa adulta suelen estar relacionados con un gen distinto llamado NRAS y diagnosticarse con una media de edad de 62 años. En cambio, los melanomas derivados de un exceso de radiación ultravioleta en la infancia suelen estar relacionados con un gen llamado BRAF y aparecen a edades más precoces. La media de edad en el momento del diagnóstico es de 47 años, aunque también se dan casos en adultos más jóvenes y en el hospital Clínic incluso se diagnosticó un melanoma relacionado con la exposición al sol en una persona pelirroja de 14 años.
Estos cánceres de piel se explican porque la radiación ultravioleta puede dañar el ADN de las células cutáneas. En una piel sana, las células con el ADN dañado son retiradas gracias a la acción inmunitaria de la propia piel. Pero en una piel agredida por el sol la acción inmunitaria no es tan eficaz. "Los niños pequeños son especialmente vulnerables a la acción del sol sobre la inmunidad de la piel", advierte Asunción Vicente, dermatóloga pediátrica del hospital Sant Joan de Déu. "Tienen una menor capacidad de respuesta al daño solar que los adultos. Por ello, la exposición excesiva al sol durante la infancia es el mayor factor de riesgo de sufrir cáncer de piel a lo largo de la vida". Pero añade que "no hay que obsesionarse; tomar un poco de sol es bueno para producir vitamina D, lo que es malo es el exceso".
Estos cánceres de piel se explican porque la radiación ultravioleta puede dañar el ADN de las células cutáneas. En una piel sana, las células con el ADN dañado son retiradas gracias a la acción inmunitaria de la propia piel. Pero en una piel agredida por el sol la acción inmunitaria no es tan eficaz. "Los niños pequeños son especialmente vulnerables a la acción del sol sobre la inmunidad de la piel", advierte Asunción Vicente, dermatóloga pediátrica del hospital Sant Joan de Déu. "Tienen una menor capacidad de respuesta al daño solar que los adultos. Por ello, la exposición excesiva al sol durante la infancia es el mayor factor de riesgo de sufrir cáncer de piel a lo largo de la vida". Pero añade que "no hay que obsesionarse; tomar un poco de sol es bueno para producir vitamina D, lo que es malo es el exceso".
Por la experiencia de Susana Puig en el Clínic y de Asunción Vicente en Sant Joan de Déu, en España las familias suelen estar concienciadas sobre el riesgo del exceso de sol en niños. Sin embargo, no aplican las medidas de protección más recomendables para los niños pequeños. "La protección se basa mucho en utilizar cremas solares y poco en ponerse una gorra, utilizar ropa y evitar exponerse al sol en las horas de más radiación", advierte Susana Puig.
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Fuente: La Vanguardia (12/08/11)
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