Muestran que el dolor crónico deja una huella en el cerebro
Alteraría circuitos cerebrales de la misma forma en que se modifican cuando aprendemos
Gabriel Stekolschik Para LA NACION
El dolor es la causa más frecuente de consulta médica y su relevancia sanitaria ha llevado, cada vez más, a que sea considerado una epidemia.
En particular, el dolor crónico (que ocurre cuando el sufrimiento persiste por más de seis meses) puede ocasionar depresión, insomnio, disminución de la capacidad inmune, cansancio, alteraciones en el apetito y problemas para prestar atención y tomar decisiones, entre otras consecuencias.
Uno de los dolores crónicos más comunes es el de cintura, que es uno de los principales motivos de ausentismo laboral, para el cual no existe una terapia totalmente efectiva.
Por mucho tiempo, se supuso que el dolor crónico era un dolor agudo sostenido, lo cual llevó a tratar a ambas dolencias como si fueran lo mismo.
Pero, si bien todavía no se conoce el mecanismo biológico exacto por el cual el dolor agudo pasa a la cronicidad, en los últimos años los estudios con resonancia magnética funcional demostraron que los pacientes con dolor crónico tienen algunas alteraciones cerebrales que están correlacionadas con la intensidad y la duración del padecimiento.
"Podría decirse que el dolor crónico «lastima» el cerebro", ilustra el doctor en medicina Dante Chialvo, investigador del Conicet en la Universidad de Rosario que, en conjunto con tres físicos, realizó un estudio que echa más luz sobre el problema y que será publicado en la revista científicaNeuroscience Letters .
"En pacientes con dolor crónico de cintura, localizamos tres sitios del cerebro que tienen la conectividad alterada respecto de controles normales -informa Enzo Tagliazucchi, del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) de la UBA-. Hay un cambio en la comunicación entre regiones de la corteza frontal y la ínsula, que es un área relacionada con la percepción del dolor", añade.
Sin descanso
El cerebro siempre está "encendido", aun cuando no pensemos ni hagamos nada. Para sostener tamaña tarea, dispone de un sistema -denominado "red de estado de reposo"- que "apaga" ciertas regiones cerebrales en la medida en que otras áreas del cerebro aumentan su actividad.
Chialvo, recientemente retornado al país desde los Estados Unidos, había demostrado previamente que, en los pacientes con dolor crónico de cintura, este mecanismo de balance está alterado, es decir, regiones que deben "apagarse" permanecen "encendidas". En aquellos experimentos, se les pedía a los sujetos que, mientras estaban en el resonador magnético, ejecutasen alguna tarea que requiriera atención.
Ahora, repitieron el ensayo utilizando a 12 pacientes y a 12 individuos sanos, pero esta vez se les pidió que pusieran la mente en blanco y no hicieran absolutamente nada.
"Observamos el mismo desequilibrio, lo cual implica que las alteraciones cerebrales están presentes aun cuando el paciente está descansando", señala el doctor Pablo Balenzuela, investigador del Conicet en el Departamento de Física de la FCEyN y otro de los autores del trabajo, que también firma el doctor Daniel Fraiman, investigador del Conicet en la Universidad de San Andrés.
Para los investigadores, la metodología utilizada para el análisis de los datos proporcionados por el resonador es un aspecto sobresaliente del estudio. "Lo realmente fuerte del trabajo es que no utilizamos ningún atlas anatómico para buscar los sitios con la conectividad alterada, sino que partimos de los datos y utilizamos métodos de análisis de sistemas complejos -uno de ellos desarrollado por Tagliazucchi- para encontrarlos", destaca Balenzuela.
"Que esto se haya demostrado en ausencia de cualquier hipótesis previa es un sello distintivo, poco usual en la disciplina", subraya Chialvo.
Los científicos suponen que, así como el cerebro cambia su estructura a medida que aprendemos, también podría "aprender" el dolor, que permanecería en el cerebro aun después de curada la lesión.
"Estos hallazgos representan otra confirmación de que el dolor crónico debe ser tratado como una condición objetiva que afecta procesos cerebrales y, por lo tanto, ir más allá de la visión simplista de que se trata de un estado subjetivo del paciente -consigna Chialvo-. Los resultados de todos estos estudios hacen razonable aconsejar que se adopten estrategias terapéuticas que controlen y minimicen el dolor", completa.
Según los autores, el hecho de que estas alteraciones sean objetivamente demostrables en condiciones tan sencillas como pedir al paciente que descanse en el resonador plantea un potencial uso para diagnóstico y seguimiento de esta patología.
Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA
fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1318609