por Mylene Wolf
Antes que nada, deseo ofrecer mis disculpas por estar ausente tanto tiempo, pero durante las últimas dos semanas he tenido una gripe que se convirtió en bronquitis y que cada vez que parecía mejorar, echaba para atrás, mermando mi estado de ánimo general. Pero a Dios gracias, creo que ahora si estoy bastante mejor, por lo que les dejo este pequeño artículo.
Alguna vez han sentido ningún deseo de salir de la cama, ni tener ganas de hacer nada, como una sensación de desidia, aunque no se siente precisamente tristeza ni depresión? Podríamos pensar que mas bien parece pereza, y definitivamente así es como los demás lo verían. Pues, es importante saber que estos son síntomas clásicos de una depresión leve. No hay que sentirse triste, deprimido o desesperanzado, para tener una depresión leve. La depresión abarca un amplio rango de sensaciones, desde algunas muy ligeras y muchas veces poco perceptibles como un problema, pasando por inestabilidad del ánimo, hasta síntomas severos de depresión y pensamientos suicidas.
Por ejemplo, lo que a mi me pasa en particular es que no tengo fuerza para salir de la cama, no siento hambre, me siento aletargada, como si estuviera sedada, pero consciente, no tengo ánimos para nada, nada me provoca, ni si quiera encender la computadora, se que tengo cosas que hacer, pero no me importa postergarlas, puede ser que ni siquiera sienta demasiado dolor, pero no tengo fuerza ni voluntad para nada, me quedo en cama viendo tele y por lo general me paso todo el día entrando y saliendo de un sueño ligero (para luego estar toda la noche despierta!!!). Cuando esto me sucede, es como si me viera mi misma desde afuera, porque casi no puedo creerlo, parece que yo fuera otra persona. Si esto me ocurre de vez en cuando, lo considero un día de asueto, no lo pienso mucho y me tomo el día libre; pero si me pasa varios días seguidos, ya empiezo a analizar la situación.
Obviamente no hay que salir corriendo a comprar antidepresivos. Hay muchas razones para sentirse así. A mi me sucede, por ejemplo si tengo la presión baja o si no comí bien durante el día anterior, o si han pasado muchas horas desde mi última comida, o cuando he tenido otras enfermedades que usualmente producen debilidad al organismo. Pero muchas veces estas circunstancias externas se juntan con la fatiga que generalmente sentimos cuando tenemos fibromialgia, y se produce esa sensación de aletargamiento y desidia; otras veces es el efecto residual luego de pasar por otra enfermedad que de por si impone estrés físico adicional a nuestro maltrecho cuerpo, como una fuerte gripe, bronquitis o infecciones varias; y otras veces simplemente se suma una depresión leve, que puede apachurrarnos por varios días.
Para algunas personas con fibromialgia podría resultar difícil recobrar el ánimo luego de episodios largos como estos, pero creo que hay varias cosas que uno puede hacer:
Primero que todo, analizar la situación: determinar si esta sensación o episodio es producto de factores externos ajenos a nuestra voluntad, como cambios en la presión arterial, un bajón de azúcar, algún medicamento que estemos tomando, otras enfermedades pasajeras, problemas económicos, problemas de otro tipo, etc. Si este fuera el caso, entonces podríamos pensar que una vez se haya eliminado el factor externo, deberíamos volver a la normalidad. Sin embargo, sentirse de esta manera no puede ser considerado normal bajo ninguna circunstancia, por lo cual sería recomendable poner en práctica algunas acciones para contrarrestar la situación, como por ejemplo:
- Proponernos una rutina diaria y cumplirla: programar para el día siguiente una tarea para realizar a cierta hora. Empezar con una sola tarea para tener un enfoque realista, ya que si nos planteamos varias metas puede ser que no las logremos todas y entonces no habremos sentido el verdadero valor del esfuerzo. Tenemos que obligarnos a salir de la cama para realizar esta tarea y cumplirla. Una vez estemos fuera de la cama es probable que empecemos a sentir deseos de hacer otras cosas, pero hay que ir despacio para no extralimitarnos. Conforme te vayas sintiendo mejor, puedes añadir mas tareas a tu rutina diaria, hasta volver a la normalidad.
- Darse un baño largo con agua calientita, si tienes tina, tómate tu tiempo, sino una larga ducha. Ojalá pudieras poner poner música dentro del baño, pero no muy suave, sino mas bien, música estimulante que te provoque bailar (recuerda que este no es un baño para relajarte); verás como sales sintiéndote revitalizada, con fuerzas y ganas de hacer cosas.
- Durante este tiempo libre que te estás tomando (a la fuerza) estás postergando cosas, puedes aprovechar para escribir una lista de algunas cosas que te gustaría hacer o que recuerdas que tienes pendientes por hacer, ya sea en la casa, el jardín, el trabajo, con los niños, mandados que debes hacer, compras que debes realizar, ideas que se te ocurran, etc. Cuando visualizamos todo lo que tenemos pendiente en conjunto, nuestro cerebro no puede seguir pensando “no importa, lo haré después, cuando tengas mas ganas”. Verás que la lista te sale lo suficientemente larga como para que te den ganas de empezar a ponerle ganchitos a estas actividades pronto.
- Si tienes alguien que pueda sacarte de la cama y llevarte a caminar, aunque sean unos 20 minutos, acuerda con esta persona para que a cierta hora (una hora en la que sepas que es mas probable que aceptes), te ayude a vestirte y te lleve a caminar. Verás como el cambio de ambiente, respirar aire puro y estar con otras personas, te ayuda a despejarte.
- Apaga la tele, abre las cortinas y las ventanas, que entre luz en tu habitación. La luz le dice a tu cerebro que es hora de realizar actividades, de ponerte en movimiento, y si apagas la tele, no te queda nada mas que hacer, por lo que puedes aburrirte y salir de la cama.
- Hay que probar de todo, a cada persona le funcionan cosas distintas. Es cuestión de ver que te funciona a ti y probarlo. La meta es salir de la cama.
Sin embargo, si luego de analizar las circunstancias, nos damos cuenta de que en realidad no hay ningún factor externo que pudiera estar ocasionando este letargo, debemos evaluar como nos sentimos y como nos hemos estado sintiendo últimamente: si nos alteramos con facilidad o estamos muy sensibles, si nos sentimos amargados sin razón, o reaccionamos exageradamente ante situaciones que usualmente no nos hubieran afectado tanto, etc., entonces es justo pensar que podemos estar experimentando una depresión leve.
Las depresiones leves también pueden ser consideradas como inestabilidad del ánimo. Hay remedios naturales para esto, como la Hierba de San Juan por ejemplo (pero como todos los suplementos naturales debe ser tomado con precaución y en este caso particular por no mas de tres meses consecutivos). Aunque mejor sería visitar al Siquiatra o Sicólogo para conversar al respecto y decidir si necesitamos tomar antidepresivos, o si ya los estamos tomando, determinar si es necesario ajustar la dosis o cambiarlos.
Al conocernos y entender nuestros sentimientos y sensaciones, aprendemos a identificar cuando necesitamos buscar ayuda externa; a veces pensamos que no estamos tan mal y luego de hablar con un profesional del área, nos percatamos de que en realidad sí tenemos un problema tangible que requiere atención médica específica. Los mas probable es que sea temporal, o esté ocasionado por el desgaste que produce la fibromialgia; ya que es lógico pensar que al experimentar tanto dolor y malestar de manera tan constante, mientras le hacemos frente a las exigencias diarias de la vida, estemos susceptibles de sentir depresión, por mas fuerte que nos consideremos; y esto no debe causarnos ninguna vergüenza.
Nuestra fortaleza proviene de nuestro corazón y nuestra determinación para seguir adelante; pero no estamos hechos de piedra, tenemos derecho a ser vulnerables, a sentir debilidad y necesitar de otros. Esto es lo que constituye al ser humano. Que tengan un Bendecido Fin de Semana!