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Las siglas SFC no representan el nombre de ningún club de fútbol, como pudiera parecer. Se refieren a una enfermedad. La llamada Síndrome de fatiga crónica (SFC). Una enfermedad poco conocida todavía que puede resultar muy incapacitante, de forma parecida a otras como la Fibromialgia, la Sensibilidad química múltiple o la Electrosensibilidad. El enfermo parece vivir una gran gripe permanente. Sus síntomas principales suelen ser el sueño no reparador, la persistencia de la fatiga en más de 24 horas y los transtornos de la concentración y de la memoria; también suele sufrir cefaleas de intensidad y persistencia variable y cuadros de faringitis de repetición; además de debilidad muscular, signos inflamatorios en articulaciones o dolores cervicales o axilares.
Resulta muy conveniente recordar públicamente la existencia del Síndrome de fatiga crónica (SFC), porque se trata de una enfermedad sumamente ignorada por los estamentos médicos, sanitarios, políticos y jurídicos. Es más. Algunos autores la han denominado como una enfermedad políticamente incorrecta, por el hecho de que pone en evidencia mucho de lo que no funciona en nuestra sociedad.
Veamos. En primer lugar el pensamiento médico suele funcionar de manera lineal: síntoma-diagnóstico-tratamiento. La mayor parte de los médicos no están preparados para trabajar con una enfermedad multisistémica. Siendo así que buena parte de la clase médica sigue sin considerar la SFC como una verdadera enfermedad, creyendo que se trata de un conjunto de signos y síntomas inclasificables, mal definidos, de origen desconocido y de carácter transitorio, de clara orientación psicológica. Haciendo gala con ello de una gran ignorancia al respecto. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud, en la Clasificación internacional de enfermedades, CIE 10, incluye el SFC, (encefalomielitis miálgica) y ya no hay razón para rechazar un tratamiento aduciendo una supuesta inexistencia del trastorno, como ocurría anteriormente.
Ningún facultativo de la sanidad, ni pública ni privada, ya no debería decir que esta enfermedad no existe, que no cree en ella, ni derivar sin más al enfermo por vía psiquiátrica, o decir que tales dolencias no son incapacitantes, tal y como se viene haciendo hasta ahora en muchos casos. En cambio sí que debería ayudar a los afectados, con sus informes, para reclamar la adecuación de las condiciones de trabajo o prestaciones a la Seguridad Social o mutuas de seguros de enfermedad, en tanto se produce la anunciada transición a la nueva Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS, CIE 10, tal y como ya ha ocurrido en Canadá en la Provincia de Ontario, que ha reconocido oficialmente el síndrome de Fatiga Crónica, como una enfermedad neurológica, desde el 20 de abril del 2010.
La SFC resulta políticamente incorrecta, además, porque pone en evidencia que los servicios sanitarios no suelen estar organizados para trabajar con la persona sino más bien con un órgano de su cuerpo. La SFC es una enfermedad multisistémica que afecta a no solamente al sistema nervioso, sino que puede afectar a otros sistemas corporales como el endocrino, el cardiopulmonar, el gastrointestinal y el músculo esquelético. Y el sistema sanitario suele enviar a los enfermos a cada especialista y resulta difícil obtener un diagnóstico y un tratamiento multisistémico e integrador.
Por lo que respecta a los políticos y las administraciones, nos encontramos con que el SFC no es una enfermedad fácil. Tampoco resulta rentable para el complejo fármaco-industrial. Implica que las administraciones deberán tomar muchas medidas para la integración social, laboral, educativa y para facilitar la accesibilidad de las personas afectadas y sobretodo para garantizarles un adecuado nivel de prestaciones económicas, si es necesario.
Pero también es una enfermedad que pone en evidencia nuestra incapacidad, la de tantos ciudadanos, para manifestar nuestra solidaridad y empatía hacia los enfermos. El enfermo de fatiga crónica suele tener un diagnóstico no muy claro para los demás, para su entorno, y además “hace buena cara”, se le suele decir. Muchos piensan: “no debe ser tan grave”, “no tiene tan mala pinta”. Mientrastanto, al enfermo, que lucha contra sus síntomas persistentes, le resulta muy descorazonadora la incomprensión de su entorno.
La SFC es por ahora es una enfermedad prácticamente ignorada que priva a un amplio colectivo de pacientes de derechos fundamentales como la salud, el trabajo y el derecho a percibir prestaciones de la Seguridad social. La falta de investigación sobre sus causas, su carácter sobrevenido y su falta de tratamiento, así como la incomprensión de los estamentos médicos, sanitarios, administrativos, laborales, políticos y del propio entorno del enfermo, son obstáculos demasiado grandes a salvar, mientras la persona sortea sin descanso las dificultades en su trabajo, en su vida social y en las actividades de la vida diaria, como si estuviese viviendo una gran gripe permanente.
El pasado día 12 se conmemoró el día internacional del síndrome de fatiga crónica. Queda una larga lucha por delante. Bienvenidos al club SFC. El club de quiénes quieren hacer visible la enfermedad y ayudar a las personas afectadas a conseguir sus derechos sociales y una vía de tratamiento para reencontrar una forma de vida digna y gozosa.
Josep Arenas
fuente:
http://joseparenascomunicacionsocial.blogia.com/2011/051601-s-f-c.php