El dolor crónico afecta a la vida personal y social del paciente
El dolor es un síntoma por el que acuden al médico de familia la mayor parte de los pacientes. Y es algo que genera no solo disconfort y malestar sino una enorme preocupación en el paciente y en su entorno. Cada persona percibe el dolor de una forma más o menos intensa, pero a grandes rasgos podemos diferenciar dos tipos de dolor frecuentes, el dolor agudo y el dolor crónico. En cualquier caso, existe tratamiento y alivio para la mayoría de los casos.
El dolor es un hecho subjetivo y la mejor medida es la que puede dar el propio paciente; para ello, el médico le pide que cuantifique el dolor en una cantidad que puede estimarse del 0, que es no tener dolor, al 100 que es el máximo. Después debe caracterizar el dolor, explicar cómo es, dónde duele y desde cuándo.
Hay técnicas que intentan objetivizar el dolor; técnicas que miden la temperatura de la zona, otras que miden las estimulaciones eléctricas que derivan de la zona dolorida, otras miden el registro a nivel cerebral la sensación dolorosa. Se puede ver como personas que tienen un dolor en determinadas partes del cuerpo y se vuelve crónico, como se va modificando el mapa de su cerebro y como se va alterando, a su vez, cuando se le aplican tratamientos para irlo controlando. Hay técnicas que intentan cuantificarlo y caracterizarlo.
El dolor es una de las causas más frecuentes de consulta; una de cada 5 personas que acuden a un centro de atención primaria lo hacen por dolor. los más frecuentes son los dolores ósteoarticulares, derivados de artrosis, lumbalgias de tipo mecánico, traumatismos...; luego les siguen un grupo de dolores del tipo dolor de cabeza y otros tipos como el dolor neuropático producido por la propia alteración del sistema nervioso y después el dolor oncológico, derivado de procesos tumorales. También existe un grupo mixto llamado misceláneas, donde están la fibromialgia, el dolor crónico no definido, la odontalgia...
Cuando el dolor dura más de 3 meses, empieza a tener características propias, ya no ligadas a la lesión que lo produjo y llega a establecer un cuadro que puede considerarse una entidad patológica. Entonces el objetivo es tratar al propio dolor más que a la causa que lo provocó. El dolor crónico hace sufrir a quien lo padece y va ligado a la sensación de depresión, pobreza, de pensamientos de destrucción y afecta a la vida social y personal del paciente.
Un dolor agudo es fácil de tratar, pero el dolor crónico es más complicado. Necesita tratamiento y un enfoque multidisciplinar que impliquen terapias físicas, psicológicas y farmacológicas. Dentro de estas hay tres grandes grupos, donde están los analgésicos puros (paracetamol, opioides) que alivian el dolor; antiinflamatorios, que alivian el proceso inflamatorio que pueda acompañar al dolor y los coadyuvantes, donde están fármacos que inicialmente no se espera que sirvan para este cuadro pero que tienen importancia, puesto que controlan determinados tipos de dolor como los antiepilépticos, los moduladores del estado de ánimo y que controlan el dolor crónico de características neuropáticas.
Un parche transdérmico es una forma de administrar un medicamento a través de la piel, en el que hay un material con un fármaco diluido en él y a través del contacto directo con la piel se va absorbiendo de forma progresiva la sustancia. Se utiliza para fármacos del tipo opioides o derivados que son para dolores moderados. Con ellos, se evitan lesiones gastrointestinales.