domingo, 4 de marzo de 2012

Residuos en producción de paneles solares crean dudas de su efectividad ecológica


Aunque generan energía limpia, las interrogantes apuntan a su proceso de fabricación, el que produce varios elementos tóxicos.
por A.C. / F.G.



En septiembre del año pasado, cientos de vecinos de la ciudad china de Haining se congregaron en las afueras de la compañía Zhejiang Jinko Solar. Alegaban que los desechos de la empresa causaban enfermedades y muertes. La industria seguía funcionando, pese a no haber aprobado los controles ambientales.

La protesta podría ser similar a muchas de este tipo, pero fue especial por dos motivos: la compañía produce paneles solares, una de las formas de generación de energía renovable más destacadas por su limpieza y aparente falta de secuelas, y China es actualmente el principal actor en la fabricación de estos paneles en el mundo, con tasas de crecimiento de entre 33% y 63% anual.

El episodio es un capítulo más en un debate abierto sobre una industria de la que no existe aún mucha regulación y menos cifras de su potencial impacto ambiental.

Reacciones químicas
Para producir electricidad, los paneles solares usan químicos y metales altamente contaminantes en su elaboración.

Un estudio de 2009 hecho por Silicon Valley Toxics Coalition, una ONG formada para defender los derechos ambientales de los habitantes de este valle tecnológico de EE.UU., alertó de los potenciales daños que podían generar en las personas, sobre todo en su proceso de fabricación.

Hoy existen varios tipos, aunque hay tres que son los más usados.

Los de silicio cristalino, los más comunes, donde el 80% del silicio usado se pierde en su elaboración. A pesar de que el silicio puede reutilizarse, genera un polvo tóxico que, al aspirarse, produce daños al organismo.

Otro tipo es fabricado a base de telururos de cadmio, un material conocido por su alta toxicidad, y potencialmente cancerígeno. Aunque en su fabricación sólo el 1% del material es desechado, requiere medidas especiales para evitar problemas ambientales y sanitarios.

Un tercer panel es el de silicio amorfo, que libera algunos gases potencialmente explosivos durante su producción.

"Hay paneles solares contaminantes, pero no son los fotovoltaicos. Son los que utilizan plomo ácido y tienen una batería para generar energía, la que no se puede reciclar", advierte Christof Horn, representante en el país de Solar World, una de las compañías fabricantes de paneles solares fotovoltaicos.

Solar Scorecard es un instrumento creado por la Silicon Valley Toxics Coalition para medir, a base de una encuesta, la eficiencia energética de las compañías productoras de paneles por medio de datos del proceso de fabricación, calificándose en una escala de 1 a 100. En 2011, sólo cinco de los 10 fabricantes aprobaron con máximas calificaciones; uno quedó en nivel suficiente y cuatro no quisieron responder la encuesta.

El director del Centro de Sustentabilidad de la U. Andrés Bello, Marcelo Mena, conoce de cerca la energía solar. Es un ferviente usuario. En su casa cuenta con seis de estos paneles, que le proveen la energía necesaria para funcionar durante todo el día y la que sobra, la invierte para la noche.

Asegura que existe un creciente interés en Chile por esta tecnología, la que aumentará más cuando los usuarios puedan aportar la energía que les sobra a la matriz. "Con la aprobación del net metering, que permite inyectar la energía que te sobra durante el día a la red, para luego usarla de noche, se reducirá en 30% a 40% la inversión inicial necesaria para sistemas a escala residencial", explica.

A pesar de ello, reconoce que requieren un tratamiento adecuado. "Todo causa impacto y estos paneles no son llegar y botar a la basura, pero tampoco lo son ampolletas, refrigeradores, computadores o celulares", explica.

Reciclaje

De hecho, el estudio de Silicon Valley Toxics Coalition también apunta al reciclaje. Un panel posee una vida útil de 25 años, y aunque un 90% puede ser reciclado, terminará convertido en un trozo más de e-waste, o basura electrónica. Según la organización, sólo el 12,5% de la e-waste es tratada y reciclada. Del resto, hasta un 50% podría ser enviado a lugares donde los procesos no son óptimos.

Los paneles de cadmio, los de mayor crecimiento, debido a que son muy económicos de fabricar y los más eficientes, tienen una gran desventaja: no existen compañías especializadas en su reutilización, por lo que son reciclados junto a televisores, luces fluorescentes y baterías.

Por lo mismo, en EE.UU. existe preocupación. "Creemos que algunos de los paneles, especialmente los que tienen una película delgada de cadmio, pueden generar residuos peligrosos cuando son eliminados en un vertedero", dijo en The Daily Green, Charles Corcoran, experto del Departamento de Control de Sustancias Tóxicas de ese país.

Pero Horn hace un alcance. "Los fotovoltaicos se reciclan. Se funden los materiales al terminar su vida útil, de modo que puedan volver a usarse para su fabricación y así no contaminan".

El doctor Andrei Tchernitchin, presidente de la Comisión de Medio Ambiente del Colegio Médico, es más optimista y cree que para cuando estos equipos se transformen en chatarra, ya debieran existir mecanismos que eviten que los elementos tóxicos que contienen caigan al ambiente. Es más, no sería mala idea, dice, que el precio de estos productos considere un porcentaje para que el fabricante pueda hacerse cargo de ese proceso.



Problemas en su producción

El estudio de Silicon Valley Toxics Coalition también detectó que algunas plantas que fabrican los paneles usan hexafluoruro de azufre para limpiar los reactores usados en su producción, un potente gas invernadero.

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