Creamos nuestra cooperativa para poder consumir productos
ecológicos pero sin tener que pasar por el tamiz de los grandes
grupos de consumo ', explicaEngràcia Valls, socia de la cooperativa
de alimentación ecológica La Manduca, de Sant Feliu de Guíxols.
Y es que comprar comida ecológica en el supermercado es posible,
pero caro. Y las opciones de elección son limitadas. 'Hay muchos
botes de colores, pero los productos están fabricados por dos o tres
empresas. Cambia el diseño de los paquetes pero la elección es ilusoria ',
comenta Xavier Montagut, integrante de la Xarxa de Consum Solidari.
El lema de las cooperativas de alimentación ecológica podría ser 'nosotros
decidimos y conocemos lo que comemos'. Se trata de grupos de
consumidores coordinados que se aseguran de velar por la protección
de la agricultura ecológica. Roger Codina, miembro de la cooperativa
manresana Almàixera argumenta que una de las finalidades del proyecto
común que llevan a cabo es incidir sobre todo el sistema económico
establecido 'y destaca que las cooperativas de alimentación ecológica
permiten a un grupo de consumidores actuar conjuntamente valorando
aspectos sociales y éticos 'de la producción de alimentos. Codina subraya
que es importante 'proteger la figura del campesino y evitar intermediarios
que encarezcan el precio del producto'. ¿Y el resultado? 'Productos de
buena calidad, con un trato directo con el campesino productor, saludables
y ecológicos', remarca. La cooperativa de alimentación ecológica
barcelonesa Cydonia, inició su proyecto 13 años atrás. 'Empezamos siendo
8 o 9 parejas que buscaban una manera concreta de consumir y ahora ya
somos 46 familias que conforman el proyecto', nos dice Xavi Fernández,
miembro de la Junta directiva de Cydonia.
¿Qué hace falta para poner en marcha una cooperativa de
alimentación ecológica?
Los ingredientes necesarios son: la existencia de un grupo de
personas concienciadas y con ganas de optar por una compra de
alimentos ecológicos, una buena organización y diálogo. 'Se
necesitan meses para pasar de la teoría a la práctica', indica Xavi
Fernández. Codina señala que 'cuando un grupo empieza, hay
más dedicación que cuando la cooperativa ya tiene las dinámicas
creadas'. Los integrantes de la cooperativa suelen organizarse en
cinco grandes grupos: Comisión de compras (busca nuevos
proveedores, hace los pedidos necesarias), Comisión de Infraestructuras
(busca el material necesario para el local), Comisión de económicas
(cobran los pedidos ), Comisión de relaciones externas (asisten a los
encuentros con otras cooperativas y dan a conocer sus proyectos a
los demás miembros del grupo) y, por último, la Comisión de relaciones
internas (distribuye y asigna las tareas a cumplir, preparación de cajas,
limpieza, asambleas, entre otros). La media de horas semanales
dedicadas a tareas para la cooperativa es de 2 a 3 horas por familia o
integrante de la cooperativa.
Cada cooperativa decide el número de personas que pueden formar
Lo más común es que haya una lista de espera de gente que quiere
formar parte de otras cooperativas, y cuando se llega a un número
de personas concreto, 20 inscritos, se plantea la idea de formar una
nueva cooperativa ', añade. Los miembros de cooperativas ya
consolidadas guían en el proceso de nacimiento de nuevas cooperativas
a sus integrantes. 'Los convocamos, les explicamos nuestras rutinas
de funcionamiento, los pasamos una lista con nuestros proveedores y
contestamos a las dudas y preguntas que nos plantean', explica Fernández.
Codina indica que algunas veces se opta por acompañar en todo el
proceso de formación de la nueva cooperativa, haciendo que una
persona voluntaria abandone la cooperativa inicial que formaba parte,
para pasar a ser integrante de la nueva y poder resolver las dudas que
vayan surgiendo, desde dentro '.
¿Y donde se registran más listas de espera? 'En Barcelona y en el Área
Metropolitana es donde han aparecido más cooperativas de alimentación
ecológica y donde hay más listas de espera', comenta Fernández,
que añade que en el Maresme, el Vallès y el Baix Llobregat también hay
mucha demanda. En las tierras de Girona, en Tarragona y Manresa, por
el contrario, hay menos afluencia. El tiempo de espera para pasar a
formar parte de una cooperativa oscila entre 6 meses y un año.
Contacto directo con los campesinos
La principal ventaja formar parte de una cooperativa es 'poder conocer
a quien compras los productos, saber qué hace y estar de acuerdo con
la manera como lo hace', subraya Xavier Montagut. Las cooperativas
organizan, de vez en cuando, visitas a los campesinos proveedores.
'Les hacemos preguntas, vemos de qué manera trabajan y resolvemos
dudas sobre el proceso de elaboración y producción del producto',
explica Engràcia Valls.
¿Pero como se contacta con los proveedores? 'Hay campesinos que
cultivan hortalizas de forma ecológica y ellos mismos ofrecen sus
productos a las cooperativas. Otras veces, los mismos integrantes de la
cooperativa conocen a algún campesino y lo proponen los demás
miembros del grupo. Una tercera opción es conocer campesinos a través
de otras cooperativas que recomiendan a ciertos proveedores ', explica
Xavi Fernández.
La lucha contra los transgénicos y la recuperación de la soberanía
alimentaria
Montagut destaca que 'la soberanía alimentaria es una estrategia de lucha
que pretende devolver a los ciudadanos ya los productores el control de
su alimentación hoy en manos de unas pocas mutinacionals orientadas a
maximizar sus ganancias. Esto implica una alimentación sana, sostenible,
justa y adecuada culturalmente '. Y como podemos recuperarla? El
movimiento campesino, todo el mundo junto con consumidores, ecologistas,
ONG está exigiendo un cambio de rumbo en las políticas agrarias y alimentarias
y lo está llevando a la práctica con explotaciones agroecológicas, con
proyectos comerciales equitativos, organizando los ciudadanos para consumir
productos agroecológicos , de proximidad y con una retribución justa a todos
los que participan en la cadena alimentaria 'recalca Montagut.
Esta es una de las finalidades que persiguen las cooperativas de alimentación
ecológica. La otra es evitar que las semillas de alimentos modificadas
genéticamente contaminen a las ecológicas, debido a la mezcla de los dos
tipos de semillas con la ayuda del viento. Montagut es del parecer que las
semillas de alimentos transgénicos son invasoras y por tanto hay que parar
su producción. 'La sociedad está muy sensibilizada con este tema, aunque
el poder económico tira hacia otro lado', dice Montagut, que añade,
'Cataluña está a la vanguardia en productos transgénicos, el maíz que
producimos es transgénico y sirve para alimentar animales que luego
consumimos en forma de carne animal '. La plataforma ‘Som lo que sembrem'
trabaja para conseguir el etiquetado de los productos alimenticios
modificados genéticamente. 'Los transgénicos tienen mala prensa, si las
personas supieran qué es transgénico y lo dejaran de comprar, las empresas
renunciarían a producir más', considera Roger Codina.
Cifras destacadas
Según datos del Observatori de l'alimentació ecològica de Catalunya,
un 31% de la población encuestada afirma que consume productos
ecológicos, aunque sea esporádicamente. Y de manera habitual el
porcentaje es del 2,6%.
En Cataluña hoy hay unos 123 grupos, asociaciones o cooperativas
de alimentación ecológica, según datos de Ecoconsum, la Coordinadora
catalana de cooperativas de alimentación ecológica. A Ecoconsum,
pero, sólo hay inscritos una veintena de grupos, que se encuentran
un par de veces al año para tomar decisiones conjuntamente e
intercambiar información de interés.
* En las fotografías aparecen: Engràcia Valls, Xavi Fernández y
Xavier Montagut. (Autora: L. Bassagaña)
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