J. Fernandez-Solà Servicio de Medicina Interna. Unidad de Fatiga Crónica. Hospital Clínic. Universidad de Barcelona. Barcelona.
y S. Nogué Xarau Unidad de Toxicología Clínica. Hospital Clínic. Universidad de Barcelona. Barcelona. España.
Actualización
• Más de un 15% de la población general presenta mecanismos de respuesta excesiva frente
a algunos estímulos químicos o ambientales. En un 5% de casos estos procesos son claramente
patológicos y superan la capacidad adaptativa del organismo, y se generan manifestaciones
cutáneas, respiratorias, digestivas y neuropsicológicas, frecuentemente crónicas y persistentes.
• La base fisiopatológica de la sensibilidad química y ambiental múltiple radica en la sensibilización a estímulos repetidos y en la pérdida de tolerancia a la respuesta biológica ante éstos. Se produce una sensibilización progresiva central corticolímbica, que mantiene la respuesta durante un cierto tiempo a pesar de cesar el estímulo.
• No debe confundirse el concepto de sensibilidad con los de alergia, inflamación, autoinmunidad o
somatización, con los que tiene semejanzas sintomáticas, pero claras diferencias patogénicas.
• Los pacientes con sensibilidad química y ambiental múltiple presentan con frecuencia comorbilidades en forma de fatiga crónica, fibromialgia, colon irritable, síndrome seco, cistitis irritativa y distimia. La presencia de estas enfermedades asociadas puede agravar la sintomatología propia de la sensibilidad.
• Su diagnóstico se basa en criterios clínicos. El cuestionario QEESI (Quick Environmental Exposure and Sensitivity Inventory) identifica agentes desencadenantes de los síntomas, y cuantifica su gravedad y las repercusiones de la sensibilidad química sobre las actividades de la vida diaria.
• No se dispone de ningún tratamiento específico para la sensibilidad química y ambiental múltiple. Es imprescindible evitar la exposición repetida a los agentes precipitantes. A pesar de ello, el cuadro puede ser crónico, persistente y reducir la calidad de vida de los pacientes.
¿Qué es la sensibilidad química y ambiental?
¿Percibe como molestos o insoportables muchos olores que antes no lo eran? ¿Ha dejado de tolerar una mínima ingesta de alcohol? ¿Se ha vuelto intolerante a los derivados lácteos o a alimentos con gluten? ¿Ha dejado de utilizar algún cosmético porque le irrita la piel? Si contesta afirmativamente a alguna de estas preguntas puede estar desarrollando un proceso de
sensibilidad o intolerancia química múltiple (SQM).
Más del 15% de la población general presenta mecanismos de respuesta excesiva frente a algunos estímulos ambientales, cuya base fisiopatológica radica en la sensibilización a estímulos repetidos y en la pérdida de tolerancia a la respuesta biológica ante éstos. En un 5% de sujetos, estos procesos de sensibilización son claramente patológicos y superan la capacidad adaptativa del organismo, y generan manifestaciones locales o sistémicas, frecuentemente crónicas y persistentes. El tipo de estímulos desencadenantes es diverso, pero predominan los agentes químicos y las radiaciones ambientales.
La medicina ha ido incorporando lentamente los conceptos de sensibilización e hipersensibilidad, para diferenciarlos de la alergia o la reacción inflamatoria clásicas. Sin embargo, las enfermedades por hipersensibilidad aún están poco configuradas conceptualmente y a menudo no se diagnostican correctamente, e incluso se confunden con otros procesos como la alergia, la autoinmunidad o los trastornos somatoformes. La nomenclatura que las define también es diversa, y se propone utilizar el término de “sensibilidad” para unificar criterios. Los agentes que la pueden inducir suelen ser químicos y ambientales.
A continuación se exponen los criterios de diagnóstico de los síndromes de sensibilidad y las principales manifestaciones patológicas que producen. Se plantean los posibles mecanismos de prevención y control de estas enfermedades claramente emergentes en nuestra sociedad.
¿Cuáles son sus bases fisiopatológicas?
La SQM es una enfermedad adquirida, con repercusión sistémica, que se define a nivel sindrómico y por criterios únicamente clínicos (tabla I). Se caracteriza por la presencia de sintomatología sistémica crónica y reproducible como respuesta a un bajo grado de exposición a múltiples agentes químicos no relacionados entre sí y que mejora o se resuelve cuando se
evita esta exposición.
La sensibilidad es una función propia de los seres vivos, a través de la cual se interrelacionan con el medio ambiente que les rodea mediante los órganos de los sentidos y otras estructuras corporales como la piel, las mucosas, el sistema digestivo, el inmunológico y el neurológico, realizando continuos intercambios de información. Los mensajes que reciben pueden ser de muy diversa índole, desde los sensoriales puros como los lumínicos, auditivos, odoríferos, gustativos y táctiles a otros más complejos, como los procedentes de la alimentación, la exposición a agentes vivos, y a productos químicos y radiaciones ambientales. Estos últimos pueden tener diversos componentes con potencial sensibilizante y que actúan de forma sincrónica y aditiva.
El mantenimiento de la integridad corporal u homeostasis es una condición necesaria para la preservación de la salud e identificación corporal propias de cada individuo, y debe adaptarse a la situación de interrelación activa con el medio que le rodea.
En la interrelación organismo-ambiente hay variables que pueden modificar este equilibrio. La tolerancia es el mecanismo por el que se equilibran la intensidad del estímulo recibido y el grado de respuesta que es capaz de generar el organismo. Por un lado, la intensidad del estímulo que llega a nuestro organismo puede ser excesiva y sobrepasar los niveles de tolerancia; tal es el caso de una sobreexposición solar en que, a pesar de las barreras y mecanismos de protección cutánea, se produce una dermatitis actínica. Por otro lado, la tolerancia del organismo no es indefinida, sino que tiene un dintel de respuesta a partir del cual claudica.
La hipersensibilidad es una alteración biológica de los mecanismos de tolerancia en la cual se supera el límite de tolerancia a estímulos para un determinado individuo, a partir del cual se genera una respuesta biológica inadecuada por exceso o por defecto .
En la base fisiopatológica de la SQM se encuentra la pérdida de tolerancia (abdicción) a la exposición a muchos productos químicos, inducida en la mayoría de casos por una exposición
tóxica única a altas dosis o reiterada a dosis bajas en personas susceptibles.
Se acompaña de fenómenos de alteración de la respuesta inmunológica y de disfunción en la neurotransmisión cerebral. Se produciría una sensibilización central corticolímbica, a partir de la cual se perpetuarían las manifestaciones de la enfermedad. La generación de los síndromes de sensibilización se debería a este conjunto de agresiones que suelen ser de baja intensidad pero mantenidas y que producen un efecto de reiteración con amplificación progresiva de la
respuesta hasta llegar a ser patológica.
TABLA I
Criterios diagnósticos de sensibilidad química y ambiental múltiple
1. Es una enfermedad de curso crónico
2. Las manifestaciones se reproducen al repetir la exposición al agente
3. Los síntomas se presentan ante exposiciones a muy baja concentración
4. Las manifestaciones de sensibilidad mejoran o desaparecen al cesar la
exposición
5. La misma respuesta se obtiene al exponerse a productos diversos, no
relacionados entre sí
6. Los síntomas afectan a varios aparatos y sistemas del organismo
Modificadosa de Bartha et al 2. Arch Environ Health. 1999; 54:147-149 .
TABLA II
Principales compuestos químicos y situaciones ambientales potencialmente sensibilizantes,
detectadas en una serie de 52 pacientes evaluados en una la Unidad de Medicina Interna y Toxicología del Hospital Clínic de Barcelona.
Agentes químicos intolerados Nº de pacientes (%)
Productos de limpieza del hogar (lejía, amoníaco, salfumán, zotal) 42 (80%)
Colonias, cremas corporales, jabón, gel de baño, cosméticos, laca y perfumería 39 (75%)
Disolventes, acetona, barnices y pinturas 26 (50%)
Ambientadores para el hogar o locales comerciales 13 (25%)
Detergentes 13 (25%)
Humo tabaco 11 (21%)
Suavizante para la ropa 11 (21%)
Humo de incendio o de la cocción de alimentos 10 (19%)
Insecticidas en spray 7 (13%)
Gasolina, asfalto 7 (13%)
Bebidas alcohólicas 5 (13%)
Betún 4 (8%)
Pegamento 4 (8%)
Tinta (periódicos y revistas) 4 (8%)
Principales intolerancias ambientales
Exposición solar 15 (29%)
Exposición a ondas eléctricas (redes o
conducciones de electricidad, electrodomésticos) 5 (10%)
Ondas magnéticas (microondas, aparatos
de electromedicina, telefonía, electroimanes) 3 (6%)
Ondas sonoras (ruido intenso o persistente) 3 (6%)
Percepción de actividad sísmica 1 (2%)
¿Cuáles son los principales agentes sensibilizantes?
A lo largo de las últimas décadas se han ido reconociendo diversos mecanismos de sensibilidad anómala ante diversos estímulos. Desde 1940 hasta la actualidad, se ha asistido a un progresivo incremento de la exposición cotidiana y ambiental a múltiples productos químicos, sobre todo a los derivados de los combustibles orgánicos (petróleo, gasolina y otros hidrocarburos), a compuestos clorados (disolventes) y también fosforados (insecticidas). Precisamente son estos últimos productos los principales agentes sensibilizantes, en este caso de tipo químico.
Además, se añade la frecuente sobreexposición ambiental a radiaciones eléctricas, campos magnéticos y de radiofrecuencia procedentes de teléfonos, radios, ordenadores, líneas de alta tensión o antenas de telefonía móvil .
En la tabla II .
se relacionan los principales compuestos químicos y situaciones de exposición ambiental que provocan sensibilidad.
El desencadenante de este síndrome puede ser la exposición única a dosis elevadas, o reiterada a uno o varios productos tóxicos (insecticidas, gases y vapores irritantes, derivados del petróleo, edificios enfermos, productos de limpieza doméstica, pinturas, disolventes, cosméticos y otros), pero no siempre se constata este antecedente.
Es frecuente que la exposición sea de tipo laboral, pero también puede ser doméstica o accidental. Los desencadenantes alimentarios también deben tenerse en cuenta, aunque son de difícil constatación.
TABLA III
Principales síntomas de sensibilidad química y ambiental en una serie de 52 pacientes evaluada en la Unidad de Medicina Interna y Toxicología del Hospital Clínic de Barcelona
Nºde pacientes (%)
Odinofagia, disgeusia, boca seca, tos seca, picor o mucosidad de garganta,
afonía o disfonía 48 (92)
Disnea, toracalgia o palpitaciones 38 (73)
Cefalea, pesadez o tensión en la cabeza, embotamiento o desorientación 22 (42)
Molestias nasales (picor, escozor, sequedad, rinorrea, estornudos) 18 (35)
Fatiga, astenia, cansancio, mialgias o debilidad 14 (27)
Mal estado general 14 (27)
Anorexia, náuseas, vómitos, dolor abdominal o disfagia 10 (19)
Molestias oculares (picor, lagrimeo, irritación, visión borrosa) 10 (19)
Ansiedad, angustia 8 (15)
Mareo, vértigo, inestabilidad 4 (8)
Distermia 3 (6)
Principales manifestaciones clínicas
Las manifestaciones clínicas de la SQM son diversas, y constituye una auténtica enfermedad sistémica
En la tabla III se relacionan las manifestaciones más frecuentes. El predominio femenino (>80%) está presente en prácticamente todas las series de pacientes descritas previamente, pero no se encuentran diferencias entre varones y mujeres respecto a los síntomas que presentan, a los productos que intoleran o a las repercusiones sobre las actividades de la vida diaria.
El inicio de los síntomas puede ser súbito o paulatino, y está provocado por la exposición a productos químicos o radiaciones a dosis bajas que previamente eran bien tolerados. Muchos pacientes aquejan ahogo al inhalar estos productos, síntomas irritativos de la piel, de las mucosas y de las vías respiratorias, cefalea, confusión mental, náuseas, diarrea, fatiga extrema, dolor osteomuscular generalizado y mal estado general que les impide continuar en ese ambiente. Al separarse del desencadente mejoran progresivamente en minutos, horas o pocos días. Estas intolerancias no corresponden a un síndrome de hiperreactividad de la vía aérea, y cuando se realizan pruebas funcionales respiratorias en personas con SQM, éstas son normales, excepto si los pacientes tienen una enfermedad respiratoria por otras causas. Estas intolerancias tampoco son de tipo alérgico, y cuando se realizan tests cutáneos o se investigan inmunoglobulinas específicas se obtienen resultados normales. Es frecuente que, de forma concomitante con la
SQM aparezcan otras comorbilidades como la fatiga crónica, la fibromialgia, la disfunción endocrina múltiple, el colon irritable, el síndrome seco de mucosas o la cistitis irritativa. Así mismo los pacientes suelen presentar labilidad emocional y sintomatología depresiva.
TABLA IV
Cuestionario QEESI (Quick Environmental Exposure and Sensitivity Inventory) de evaluación de la sensibilidad química múltiple
Escala 1. Exposición inhalatoria (rango 0-100)
Cada ítem se puntúa de 0 a 10 en función de la presencia de síntomas al
exponerse a estos productos
1. Humos procedente del tubo de escape de los coches
2. Humo del tabaco
3. Insecticidas
4. Vapores procedentes de una gasolinera
5. Pinturas o disolvente de pinturas
6. Lejía y otros limpiadores y desinfectantes domésticos
7. Perfumes y ambientadores
8. Alquitrán
9. Esmalte de uñas, quitaesmalte o laca para el pelo
10. Moqueta nueva, cortina de plástico nueva o el interior de un coche nuevo
Escala 2. Exposición no inhalatoria (rango 0-100)
Cada ítem se puntúa de 0 a 10 en función de la presencia de síntomas
1. ¿Cómo me siento al beber agua corriente del grifo?
2. ¿Cómo me siento al comer azúcar, pizza, comida grasa, leche, carne, cebolla,
ajo, alimentos cocinados en una barbacoa, comida muy especiada o con
glutamato?
3. ¿Cómo me siento si no puedo comer?
4. ¿Cómo me siento después de comer?
5. ¿Cómo me siento después de tomar café, té, coca-cola o chocolate?
6. ¿Cómo me siento si no como o bebo mi cantidad “habitual” de café, té, cocacola o chocolate?
7. ¿Cómo me siento si bebo cerveza, vino o cava?
8. ¿Cómo me siento si mi piel contacta con textil, joyas, cremas corporales o
cosméticos?
9. ¿Cómo me siento si tomo un antibiótico o un analgésico, o si me ponen una
vacuna?
10. ¿Cómo me siento si me expongo al polen de los árboles, al polvo o a la
picadura de un insecto?
Escala 3. Gravedad de los síntomas (rango 0-100)
Cada ítem se puntúa de 0 a 10 en función de la presencia de síntomas
1. Tengo problemas con mis músculos o mis articulaciones
2. Los ojos me queman o están irritados. Me cuesta respirar, tengo tos, mucha
mucosidad o infecciones respiratorias
3. El ritmo de mi corazón es irregular, tengo palpitaciones o malestar en el tórax
4. Tengo dolor de estómago, calambres en los intestinos, se me hincha la barriga,
tengo náuseas, diarrea o estreñimiento
5. Tengo problemas para pensar, me cuesta concentrarme, no recuerdo las cosas,
me desoriento, me cuesta tomar decisiones
6. Me siento nervioso, irritable, deprimido, tengo ataques de ira, he perdido la
motivación por cosas que antes me interesaban
7. Tengo problemas de equilibrio y coordinación, las piernas se me duermen, me
cuesta fijar la mirada
8. Tengo dolor de cabeza
9. Me salen erupciones en la piel, urticaria o tengo la piel muy seca
10. Tengo dolor en el bajo vientre, tengo que orinar muy frecuentemente, me urge
orinar. Si es usted mujer, ¿tiene trastornos en relación con la regla?
Escala 4. Identificación de la exposición (rango de 0-10)
Cada ítem se puntúa como 0 (no hay exposición) o 1 (hay exposición)
1. Fumo, por lo menos, una vez por semana
2. Bebo cerveza, vino, cava, whisky, ron, ginebra u otras bebidas alcohólicas, al
menos una vez por semana
3. Tomo café, cortado, café con leche, té o coca-cola, al menos una vez por
semana
4. Me pongo perfume, laca para el pelo, colonia, desodorante o after-shave, al
menos, una vez por semana
5. En mi casa o en mi lugar de trabajo, se ha realizado una fumigación con
insecticidas en los últimos 12 meses
6. En mi trabajo o en otras actividades, estoy expuesto a productos químicos,
humos, gases o vapores
7. En mi casa hay personas que fuman
8. Mi cocina funciona con gas natural, o gas butano o gas propano
9. Utilizo suavizante para la ropa de vestir o de la cama
10. Tomo, al menos una vez por semana, alguna pastilla de cortisona,
antiinflamatorio, analgésico con receta, antidepresivo, ansiolítico, hipnótico o
alguna droga
Escala 5. Impacto de la hipersensibilidad sobre las actividades de la vida
diaria (rango 0-100)
Cada ítem se puntúa de 0 a 10 en función de los cambios realizados
1. Ha hecho modificar lo que como habitualmente
2. Ha reducido mi capacidad para ir al trabajo o a la escuela
3. Me ha obligado a cambiar algunos muebles de mi casa
4. Me ha obligado a hacer cambios en la ropa que elijo para vestirme
5. Ha modificado mi capacidad para viajar a otras ciudades o conducir el coche
6. Me ha hecho cambiar la elección de mis productos de aseo personal
7. Ha reducido mi capacidad para encontrarme con otras personas en
restaurantes, iglesias u otros lugares de reunión
8. Ha modificado mis hobbys
9. Ha modificado mi relación con mi pareja o mi familia
10. Ha reducido mi capacidad para limpiar la casa, planchar u otras actividades
rutinarias
¿Cómo establecer el diagnóstico?
El diagnóstico de la SQM es clínico, es decir, se basa en una serie de síntomas que presentan los pacientes. Los primeros criterios diagnósticos de SQM se establecieron por consenso en 1989 y se modificaron en 1999, siendo y son los que se utilizan hoy en día. Actualmente están en fase de revisión por un comité internacional de expertos. No hay ninguna prueba analítica de sangre u orina, ni ninguna exploración complementaria específica que permita confirmar el diagnóstico, pero en estos pacientes deben realizarse algunas exploraciones que permitan excluir otras causas de su enfermedad.
La exploración física de personas con SQM es normal, y puede objetivar los signos irritativos de piel y mucosas en las fases agudas. Ante la falta de biomarcadores específicos, se ha desarrollado un cuestionario de autoevaluación (QEESI: [Quick Environmental Exposure and Sensitivity Inventory])
(tabla IV). Mide las intolerancias ambientales y no ambientales, las exposiciones encubiertas, la intensidad de los síntomas y el impacto de la SQM sobre la vida diaria, y que con una sensibilidad del 92% y una especificidad del 95%, puede diferenciar a los individuos sensibles de los controles. Muchos de estos pacientes se etiquetan injustamente de una enfermedad psicosomática, de un síndrome ansioso-depresivo, de absentismo laboral o de rentistas. La incredulidad por la existencia real de la enfermedad suele abarcar también a los familiares del paciente, a su entorno laboral e incluso a sus médicos de cabecera u otros especialistas. La evolución de los pacientes es crónica y persistente, les obliga a modificar las actividades de su vida diaria para no exponerse a los productos frente a los que se muestran sensibles.
La SQM es un síndrome que no pone en riesgo la vida de los pacientes, que nunca llegan a precisar ingreso hospitalario por este motivo. En caso contrario, hay que replantear si el diagnóstico es correcto o la SQM está asociada a otrosproblem as de salud independientes, como puede ser el asma bronquial o la alergia.
Actuación ante fenómenos de sensibilidad
La actuación más importante es evitar la reexposición a los agentes desencadenantes, por mínima que sea.
Al no conocerse bien las bases fisiopatológicas de este síndrome, tampoco se dispone de un tratamiento etiológico o específico. Para evitar nuevas exposiciones a productos o ambientes a los
cuales ya se sabe que son hipersensibles, es fundamental que modifiquen los hábitos de la vida diaria, con la mejora de la ventilación y aireación de sus domicilios, la evitación de ambientes húmedos, la no exposición a ambientes irritantes (gases, humos) y comiendo ecológicamente. Asimismo, se debe tratar sintomáticamente las comorbilidades que aparezcan, especialmente la fatiga crónica y la fibromialgia.
Algunas personas pueden verse obligadas a cambiar de domicilio para conseguir un medio ambiente adaptado a su estado de salud. Esfrecuent e que se requiera cambio de ambiente laboral y, en algunos casos, se pueden presentar situaciones de invalidez laboral para el puesto de trabajo previo. Es frecuente que esos pacientes requieran soporte psicológico adaptativo para afrontar el curso de la enfermedad. Se están estudiando técnicas de posible desensibilización para mejorar la tolerancia de los pacientes a los agentes desencadenantes.
La detección precoz en los circuitos de medicina laboral y de atención primaria, puede ser una buena medida para evitar la amplificación y cronificación del mecanismo de sensibilidad. La
complejidad de estas enfermedades lleva a plantear la creación de unidades específicas con aproximación multidisciplinar para optimizar su proceso diagnóstico y control evolutivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario