Algunos químicos comunes en el medio ambiente y en productos usados en casa reducen la capacidad de inmunidad de niños, según en estudio
Por Leslie Wade
Jueves, 26 de enero de 2012 a las 10:25
El cuerpo puede perder tantos anticuerpos que le sea imposible evitar una infección (Getty Images).
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Algunas sustancias químicas que se encuentran comúnmente en el medio ambiente pueden reducir la efectividad de las vacunas infantiles, concluyó un estudio
Estos compuestos químicos se encuentran en artículos comunes como utensilios de cocina antiadherentes, empaques de comida rápida y otros productos
La respuesta inmunitaria a ciertas enfermedades se redujo a la mitad en niños con altos niveles de PFC
(CNN) — Algunas sustancias químicas presentes en el medio ambiente y posiblemente en tu hogar pueden reducir la efectividad de las vacunas infantiles, según un nuevo estudio publicado en la revista Journal of the American Medical Association.
Los científicos estudiaron específicamente a los compuestos perfluorados, (PFC por sus siglas en inglés), que se utilizan ampliamente en los productos comunes repelentes de agua, grasa y manchas. Los niños con niveles más altos de PFC en su cuerpo no obtienen la mejorprotección de sus vacunas, según el estudio.
“Las vacunaciones infantiles periódicas son un pilar de la prevención moderna de enfermedades. El impacto negativo de los PFC sobre las vacunas infantiles deberían verse como una amenaza potencial para la salud pública", dice el autor del estudio, el médico Philippe Grandjean, profesor adjunto de Salud Ambiental en la Escuela de Salud Pública de Harvard.
Los PFC se utilizan para fabricar artículos de cocina antiadherentes, ropa impermeable, empaques de comida rápida, alfombras y telas resistentes a las arrugas y muchos otros productos. Los químicos pueden entrar en la cadena alimenticia y en el agua potable y permanecer en nuestros cuerpos y en el medio ambiente durante años.
Grandjean y sus compañeros investigadores querían averiguar cómo afectaron los PFC al sistema inmunológico de los niños. Examinaron los registros de vacunación de 587 niños de una comunidad pesquera danesa donde es común la exposición a los compuestos por comer pescado.
Los pequeños recibieron vacunas de rutina para el tétanos y la difteria y a los 5 y 7 años les realizaron pruebas de niveles de anticuerpos, un indicador para ver qué tan bien combatía el sistema inmunitario a las enfermedades si resultaban infectados.
Descubrieron que los niños que tenían el doble de PFC en la sangre tenían la mitad de respuesta de los anticuerpos a ambas vacunas.
“Puedes perder una cierta cantidad (de capacidad de los anticuerpos), y entonces ya no tendrás los suficientes anticuerpos para prevenir la enfermedad si te infecta después”, explica Grandjean.
Debido a su alto consumo de pescado, los científicos asumieron que los niños daneses podrían tener mayores niveles de PFC en su cuerpo que los niños de otros lugares. Pero los niveles fueron los mismos o un poco menores que los que encontraron en niños estadounidenses. Los jóvenes en Estados Unidos tienen más probabilidad de estar expuestos a los compuestos PFC por el polvo de la casa que se junta cerca de las alfombras o por los muebles que se cuidan con químicos.
“Fue muy sorprendente para nosotros que los niños son vulnerables a este tipo de efectos y ahora nos preocupamos por que también puedan influir en otros aspectos del sistema inmunitario y en otras vacunas”, explica Grandjean.
Los científicos todavía no saben en este momento cómo afectan los químicos a los humanos, pero en estudios con animales de laboratorio y en la vida silvestre son preocupantes. De acuerdo con la EPA, “los estudios con animales nos muestran que algunos PFC se relacionan con una variedad de efectos que incluyen el cáncer, toxicidad hepática, la respuesta del sistema inmune, y afecta el desarrollo. Se desconoce si estos mismos efectos podrían ocurrir en los humanos, aunque sabemos que muchos PFC permanecen en el cuerpo humano durante mucho tiempo”.
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